(Carlos Sanz Galdeano– Correo electrónico) El Pliego sobre Darwin (número 2.649) da pie a comentar la constante confusión que hoy en día se da entre los temas de la evolución y la creación del universo. La evolución de la vida se ha producido sin pausa desde su inicio y ha dado lugar a las formas actuales y a otras muchas ya desaparecidas. La vida tiene gran plasticidad y el mismo hombre, antes de saber nada de genética, la ha aprovechado para seleccionar/mejorar diversas especies.
Pero el universo existía muchos millones de años antes de que surgiera la vida. Su origen es, por tanto, anterior e independiente de la vida y, naturalmente, de su evolución. En consecuencia, el origen del universo es un tema independiente de la evolución.
Al respecto, el quid de su origen se está buscando a través del estudio de las partículas subatómicas. Y el actual conocimiento lleva a la idea de que la materia no existe por sí, sino que se “deshace” en energía (cuya esencia lógicamente no es material ni conocida). Esto lleva a la paradoja de que un ateo que se interese por el tema y sea consecuente tendrá que dejar de ser “materialista” y habrá de aceptar a algo no material como base del universo, tal como hace un teísta.
En el nº 2.650 de Vida Nueva.