Fermentando la base del verdadero ecumenismo

Zaragoza inicia su segundo curso de formación en el diálogo entre cristianos

(Miguel Ángel Malavia) Con el inicio del año “académico”, la diócesis de Zaragoza va a poner en marcha la 2ª edición del ‘Curso de Formación Ecuménica y de Diálogo Interreligioso’. Al igual que el año pasado, para el presente se espera la participación de unas 60 personas interesadas en profundizar en el diálogo interconfesional. Como no podía ser menos, el origen de todos ellos es muy variado, habiendo religiosos, sacerdotes y laicos.

El organizador del curso es Jesús Domínguez, delegado diocesano de Ecumenismo y director del Departamento de Migraciones. “Precisamente por mi habitual contacto con los inmigrantes es por lo que también se me encargó la relación con los fieles no católicos pre- sentes en nuestra diócesis”, aclara. De hecho, en la demarcación de su propia parroquia, la de San Pablo, instalada en el centro histórico de la capital aragonesa, hay dos mezquitas y varios templos ortodoxos (frecuentados, generalmente, por rumanos y ucranianos) y protestantes. También los evangélicos, fundamentalmente gitanos, mantienen su espacio.

Ante tal mosaico, muy habitual ya en numerosos rincones de toda España, Jesús Domínguez busca configurar un curso que, ante todo, pretende ser un método de “diálogo de vecindad”, de acercamiento entre gentes que mantienen un sentimiento religioso. Por ello, su acción es, fundamentalmente, de gestos, “de tratar de llevarse bien”. Algo que consiguen sin dificultad, “pues la actitud es muy positiva, pasando del respeto mutuo al verdadero afecto”.

En cuanto al nivel de conocimientos de los participantes, los organizadores del curso prefieren no dar nada por supuesto: “Partimos de la base de que todos tiene un nivel básico, por lo que buscamos dar pequeños pasos, visibles y muy comprensibles”. Así, queda claro que la participación está “abierta a todo aquel que sienta que debe colaborar para que todos volvamos a ser Uno; con eso basta”. Respecto a su organización, el curso, pensado para unos dos años, se articula en tres partes. Por un lado, las reuniones de formación, que se dividen en pequeños grupos (cada uno, adaptado a un horario) y son quincenales. Luego hay actividades en común, tipo encuentros, tertulias y debates con miembros de las otras confesiones. Y, finalmente, “lo que caracteriza a todos los creyentes”, el  tiempo para las oraciones, que son conjuntas una vez al mes. Éstas son organizadas a la par por católicos, protestantes y ortodoxos, celebrándose cada vez en uno de sus templos. “Por ahora aún no contamos con la participación de los evangélicos, pero estamos en ello”, afirma el delegado zaragozano. Lo mismo sucede con los musulmanes, a los que se dirige fundamentalmente el diálogo interreligioso.

El director del curso deja claro que éste pretende recoger “el inicial salto que el ecumenismo conoció tras el Vaticano II, pero que al poco quedó sumido nuevamente en la paralización”. “Buscamos ser una bocanada de aire fresco, tratando de formar a aquéllos que han de ser la base del auténtico ecumenismo”, afirma Jesús. Éste establece dos niveles en el diálogo ecuménico: “Por un lado, está el ecumenismo jerárquico, encarnado en las élites teológicas y en los pastores de la Iglesia que hablan de tú a tú con las altas instancias de las respectivas confesiones. Y luego estamos nosotros, el ecumenismo del pueblo, la verdadera base, que ha de ser formada para asimilar y comprender qué es lo que nos separa y, sobre todo, lo que nos une”.

En el nº 2.631 de Vida Nueva.

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