VICENTE VIDE, decano de la Facultad de Teología de la Universidad de Deusto |
El papa Francisco es argentino, pero de apellido y procedencia italiana; religioso y obispo; culto y accesible a todos; firme y misericordioso; sencillo y sagaz. Todo ello contribuye a que sea signo de una eclesiología de comunión sirviendo a la Iglesia universal como obispo de Roma, presidiendo desde la caridad y no desde el poder, con un lema episcopal centrado en la misericordia.
Desde su formación jesuítica, se advierten en él tres opciones muy propias de la Compañía de Jesús, y muy necesarias para la evangelización en nuestros días: fe y justicia, fe y cultura, fe y religiones.
Quienes conocen al ahora papa Bergoglio saben bien de su pasión por los pobres y enfermos, los sencillos y marginados. La pobreza y la justicia son dos rasgos que deberían ser centrales en el sucesor de Pedro, ya que los pobres son tan vicarios de Cristo como lo son los obispos y el papa.
Confío en que el papa Francisco pueda llevar adelante
la tarea de renovación y purificación,
tan necesaria en las estructuras eclesiales,
y, sobre todo, que siga realizando
gestos significativos como los de estos primeros días.
Fe y cultura: hombre de ciencias y de letras, humanista, amante de la literatura, del cine y del deporte, ingeniero químico, filósofo y teólogo. Fe y religiones: una de las primeras cartas escritas ha sido precisamente al rabino de Roma, signo inequívoco de su voluntad de fomentar el diálogo interreligioso.
Nos decía el rector de nuestra Universidad de Deusto, Jaime Oraá, S.J., cuando estuvo con él más de una hora hace año y medio en la Universidad del Salvador de Buenos Aires, con la que Deusto imparte conjuntamente un máster MBA, que es un hombre bondadoso, acogedor, humilde, con una profunda experiencia de Dios.
Confío en que el papa Francisco pueda llevar adelante la tarea de renovación y purificación, tan necesarias en las estructuras eclesiales, y, sobre todo, que siga realizando gestos significativos como los de estos primeros días de su ministerio, en el vestir, en el sonreír, en el rezar, en el gobernar no desde el poder sino desde el servir, en el no dejarse llevar del pesimismo y en el mostrarnos con sencillez evangélica el rostro humanizador del Dios de Jesucristo.
En el nº 2.841 de Vida Nueva.