Hay que degustarla

Amadeo Rodríguez(+ Amadeo Rodríguez Magro– Obispo de Plasencia)

“El argumento de su largo recorrido [de la nueva encíclica papal] sólo se comprende si todo lo que se dice se sitúa en el paisaje de una antropología integral, es decir, si se ve en el hombre a Dios”

Por diversas circunstancias no pude leer la encíclica Caritas in veritate hasta pasados unos días de su aparición. En ese tiempo, sólo tuve acceso a los titulares y comentarios de diversos medios, que, en mi opinión, fueron más bien superficiales. Pero, como de Benedicto XVI se espera siempre lo mejor, no me dejé impresionar por ellos y, por eso, cuando ya pude situarme ante el texto, al ir pasando sus páginas, me repetía una y otra vez: ¿habrán leído lo mismo que yo leo y saboreo? De esa primera lectura, aún conservo el encanto de la honda sabiduría del texto: el de su fondo teológico y antropológico, el de su bella expresión en muchos de sus pasajes y el de su concreción analítica y técnica en el hoy de este mundo global. Es una encíclica para rumiar y degustar.

Pero también entiendo que algunos no puedan llegar a su entraña; pues el argumento de su largo recorrido sólo se comprende si todo lo que se dice se sitúa en el paisaje de una antropología integral, es decir, si se ve en el hombre a Dios y, por tanto, se reconoce su dimensión espiritual y se supera una visión meramente materialista del desarrollo humano. Con verdad y caridad, inseparablemente unidas, se nos invita a transitar por los caminos de un mundo abierto al desarrollo, el cual o es integral o de lo contrario es un desarrollo de horizontes cortos y empobrecidos. De la mano del Concilio Vaticano II y del Magisterio del Papa que lo encauzó y lideró, Pablo VI, esta encíclica sitúa el progreso de los pueblos en la amplia diversidad de sus cuestiones y problemas actuales, en su raíz más sólida: recuerda que promover el progreso de todos los hombres y de todo el hombre es una “vocación” que tiene su origen en la caridad, la libertad y la verdad originante del mismo Dios.

arodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.672 de Vida Nueva.

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