MARÍA JOSÉ GARCÍA ANDERSON (MADRID) | Jorge Hernández Zanni es un cura argentino al que el soplo del Espíritu ha llevado a un destino que quizás él no habría siquiera imaginado: ser el pastor de la única parroquia de Gaza, integrada por 136 fieles. Desconocemos cómo fueron las circunstancias de su llegada, pero, gracias a la entrevista que Darío Menor le ha hecho en estas páginas (VN, nº 2.908), conocemos de primera mano hasta qué punto llega el compromiso con su gente:
“El pastor muere por su rebaño”. Eso es lo que contestó este sencillo sacerdote cuando sus superiores le ofrecieron la posibilidad de abandonar Gaza, en los peores momentos de la campaña militar israelí que sacudió la Franja durante 50 días.
Pero, si aún hay algo más impresionante que su compromiso con su “rebaño”, esa es su visión abierta y preñada de misericordia sobre lo que él considera que incluye esa definición. Porque Jorge Hernández Zanni sabe que los “suyos” no son solo los 136 católicos, ni siquiera los 1.300 cristianos de Gaza. Este cura de gesto bonachón sabe que su gente son también los musulmanes, los agnósticos, los ateos y todos aquellos que sufren a causa del hambre, la soledad o la guerra miserable.
Jorge Hernández Zanni es, ante todo, un misionero. Y, como tal, muestra la grandeza de la fe que alberga en su corazón sin necesidad de palabras ni con la primera intención de convencer a nadie. Él, simplemente, testimonia a Jesús de Nazaret con la pureza de sus manos samaritanas y la alegría en el rostro de quien lleva dentro de sí una vida contagiada de paz y amor.
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