(María de la Válgoma– Profesora de Derecho Civil en la Universidad Complutense de Madrid)
“¿Cómo entender que este pobre hombre, Rafael Ricardi, que ha pasado casi trece años en prisión por una violación que no cometió, fuera condenado por una mera prueba testifical, ahora sabemos que equivocada? La bondad de esta persona nos viene mostrada por sus palabras de semanas atrás: ‘Nadie me ha pedido perdón por estos años, y eso duele mucho'”
Tengo que declarar honestamente que no entiendo a los jueces. Durante dos años fui profesora de los alumnos de la Escuela Judicial de Madrid, que acababan de sacar la oposición, pero a los que se exigía un tiempo de prácticas en la Escuela. Hablo de principios de los 80, y no sé si las cosas siguen siendo así, pero ya entonces -y recién sacada la oposición- tenían una arrogancia y un corporativismo muy superior al que yo había visto en otras profesiones.
Una gran parte de las resoluciones judiciales no se entienden por la ciudadanía. ¿Cómo entender que unos bebés puedan oponer resistencia a los pederastas que abusan de ellos? ¿Cómo entender que ningún juez durante años se diera cuenta -o dándosela no haya hecho nada por evitarlo- de que de José Ignacio de Juana Chaos redimió penas por unos estudios falsamente aprobados, hasta el momento en que iba a ser excarcelado? ¿Cómo entender que este pobre hombre, Rafael Ricardi, que ha pasado casi trece años en prisión por una violación que no cometió, fuera condenado por una mera prueba testifical, ahora sabemos que equivocada? La bondad de esta persona nos viene mostrada por sus palabras de semanas atrás: “Nadie me ha pedido perdón por estos años, y eso duele mucho”. Pero en este caso aún hay cosas que asombran más: la pena era de ¡treinta y seis años! Produce espanto pensar que hubiera podido estar todos esos años en la cárcel siendo inocente. Y si se sabía desde abril que era inocente, ¿qué largos trámites se requieren, aun en este caso de flagrante injusticia, para que se revoque la sentencia y se le declare inocente y libre, y no siga, como está, bajo libertad condicionada?
Que el Dios justo y misericordioso en el que creemos conceda a Ricardi días felices y capacidad de olvido.