JOSÉ LUIS CELADA | Redactor de Vida Nueva
“Millones de estudiantes que tuvimos la fortuna de descubrir a los grandes nombres del pensamiento en las páginas de su Historia de la Filosofía…”.
Días atrás, coincidiendo con el centenario del nacimiento de Julián Marías, el escritor Javier Marías definía a su padre como:
Una persona sensata, razonable, moderada, que pensaba y argumentaba, y que, para muchos, fue una especie de oasis en medio de un período difícil y más bien pobre en general en el ámbito cultural.
¿Pasión de hijo? Está en todo su derecho, pero lo cierto es que nadie debería olvidar tampoco la verdadera trascendencia del filósofo y ensayista vallisoletano para la España del último siglo.
Ahora que los homenajes tratan de paliar tantos caprichos de la (des)memoria, vaya desde aquí otro reconocimiento –más modesto, aunque no menos importante– hacia este discípulo de Ortega y Gasset: el de millones de estudiantes que tuvimos la fortuna de descubrir a los grandes nombres del pensamiento en las páginas de su Historia de la Filosofía, hoy todo un clásico con más de medio centenar de ediciones.
También el de los cinéfilos que, durante casi una década, seguimos semanalmente sus curiosos comentarios sobre infinidad de películas en el suplemento Blanco y Negro.
Que en la Real Academia Española ocupara el sillón ‘S’ quizá solo fue un discreto guiño de justicia con un gran intelectual, al que ni críticas ni incomprensiones le impidieron ser todo un Señor.
Así con mayúscula.
En el nº 2.900 de Vida Nueva
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