(Amadeo Rodríguez Magro– Obispo de Plasencia)
“Estos encuentros multitudinarios son un estímulo para que, como siempre en la evangelización, se afiance nuestra preocupación por los que hay que buscar, sin que ello disminuya nuestra felicidad por los que están”
Contra lo que pudiera parecer, en este tiempo de distensión veraniega hay temas para elegir, y de muy alta tensión. Son esos que aparecen por sorpresa, cuando la ciudadanía está más distraída: se anuncia una, según dicen, “innovadora” ley del aborto y la muy incordiante ley de libertad religiosa. Pero, aunque me preocupen mucho estos temas, no es de ellos de los que quiero hablar.
Dedicaré los pocos caracteres que aún me quedan a los jóvenes, porque ellos será protagonistas muy especiales este verano. Una inmensa multitud se concentrará en Sydney con Benedicto XVI, que en su palabra joven y atractiva, con contenido esencial y lleno de fuerza misionera, hablará una vez más al corazón de esos peregrinos de la fe que, desde todos los rincones del mundo, llegarán hasta Australia para manifestar que son la juventud de Cristo. Para llegar hasta tan lejos, muchos jóvenes españoles han preparado este encuentro con audacia e imaginación y, sobre todo, con esmero interior, porque quieren ser testigos de que Jesucristo se mantiene joven en la vida de cada uno de ellos por la fuerza del Espíritu. Otros muchos no podrán ir, por las dificultades propias de un viaje tan lejano; pero se concentrarán en diversos lugares de España (El Rocío, Javier, Santiago y Madrid), en los que habrá conexiones vía satélite con Sydney, y desde los que se unirán al espíritu de la Jornada Mundial.
Estos encuentros multitudinarios son un estímulo para que, como siempre en la evangelización, se afiance nuestra preocupación por los que hay que buscar, sin que ello disminuya nuestra felicidad por los que están. También estimula y da esperanza, de cara a una siempre compleja y difícil pastoral juvenil, que se visibilice que hay muchos jóvenes que están en la Iglesia para seguir a Cristo.