JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | La campaña electoral llega con su rancio sabor en escenarios llenos de palabras encendidas, dando caña, proponiendo poco y gritando mucho. Y las encuestas siguen su curso, anunciando los comicios del 20-N como un referéndum en el que se decida el techo del partido de Rajoy. Los socialistas se preparan para marcharse a sus cuarteles de invierno y reconstruir el partido, destrozado por una crisis que poco sabe de ideologías y mucho del color del dinero.
Tiempos de penumbra buscando identidades perdidas y preparando una oposición que no parece que vaya a ser tranquila. Hay quien habla de echarse al monte y no dar tregua. Estamos en las mismas de lo mismo. Seguirán los grandes temas de Estado secuestrados por las ambiciosas políticas partidistas.
Y cabe preguntarse cómo quedarán los grupos de cristianos con vocación política, gentes que desde su identidad creyente quieren dignificar la profesión y aportar su visión legítima.
Cristianos Socialistas lucharon por hacerse un hueco en el organigrama del PSOE y lo lograron a fuego lento. Ya no estarán los emblemáticos José Bono, Fernández Vara, Moratinos o Francisco Vázquez. Ahora serán otras generaciones intermedias las que tomen el relevo.
Mucho me temo que la corriente laicista de Álvaro Cuesta o Peces Barba y sus mesnadas, a la hora de buscar responsables de la debacle, señalen a quienes en los últimos años acariciaron a la Iglesia, que, según ellos, ha aprovechado el debilitamiento del Gobierno para hacerse fuerte con el colofón de la visita del Papa para la JMJ. Duro se hará el camino para los integrantes de este grupo que ha trabajado entre bastidores y ha sabido atemperar ánimos que estaban muy revueltos. Nunca se les agradecerá lo suficiente, pero ellos son duros. Seguirán peleando desde lo orgánico.
En el PP aún está por saberse
quiénes liderarán el diálogo con la Iglesia,
aunque hay muchos que piensan, equivocados,
que ya todo el monte es orégano.
En el PP aún está por saberse quiénes liderarán el diálogo con la Iglesia, aunque hay muchos que piensan, equivocados, que por el hecho de ser del PP, ya todo el monte es orégano y la Iglesia les pondrá alfombra. No sucedió con Aznar, quien ha sido el único presidente de la democracia que llamó a consultas al embajador cerca de la Santa Sede.
Entre los urdidores de relaciones suenan nombres como los de Nasarre, siempre asomado a la ventana. También Cotino, desde Valencia, anda para arriba y para abajo dejándose ver en sacristías y curias. Hay, sin embargo, quienes ponen el dedo en Jorge Fernández y otros de los entornos relevantes de los Propagandistas, el Opus Dei o de formación en universidades católicas.
No será fácil. Habrá voces que pidan derogar leyes y firmar prebendas, pero hay en el PP muchos modelos de Iglesia, y esos modelos entrarán en pugna para liderar acuerdos. La Iglesia en la UCD, en el PSOE y en el PP ha tenido siempre lazos y puentes con perfiles concretos de políticos hábiles, no ideologizados.
Ya hay quien mira a generaciones intermedias que entienden la presencia del cristiano en la vida política de forma muy distinta a como se ha venido entendiendo desde la Transición. Son perfiles forjados en la universidad, poca mano izquierda, mucha ideología en la cabeza y una juventud ambiciosa. Es cosa de ver cómo Rajoy pone a sus peones. La Iglesia no apuesta por partido político alguno, pero sí tiene una idea de cómo ha de hacerse.
director.vidanueva@ppc-editorial.com
- A ras de suelo: A mis lectores vascos…, por Juan Rubio
En el nº 2.773 de Vida Nueva.
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