Al igual que en el caso de los padres de Mari Luz Cortés, los ecos de la brutal muerte de Álvaro Ussía no han sido los del odio o la venganza. Álvaro era un chaval normal al que, presuntamente, unos porteros de discoteca le han sacado la vida a golpes. Pero, en la respuesta dada por su familia se aprecia algo tan “excepcional” (sólo para los ojos ajenos a ese sentimiento) como la propia experiencia de fe que lleva a la ausencia de rencor y a la búsqueda de la misericordia. Sus compañeros del colegio Monte Tabor no han salido a manifestarse. Han ido a la parroquia a rezar por el alma de su amigo. Y su madre, tras mostrarse “confiada en Dios”, sólo exige una cosa: justicia, que no venganza.
En el nº 2.637 de Vida Nueva.