JOSÉ LUIS CORZO | Profesor del Instituto Superior de Pastoral de Madrid
Si no está del todo muerta y sepultada, es por los muchos padres de familia –menos que antes– que quieren que sus hijos conozcan bien el cristianismo en la escuela, al tiempo que buscan su plena formación en catequesis de Primera Comunión, Confirmación, etc. y la cuidan en casa cada día.
Si yo tuviera hijos en edad escolar, quisiera que aprendieran en clase qué es el judaísmo, el islam y, un poco también, del hinduismo y del budismo y no me gustaría que buenos profesores creyentes los catequizaran, sino que les enseñaran cómo son los judíos, musulmanes etc.; en qué Dios creen y qué oraciones rezan, por si aprenden alguna de memoria. Y lo que más quisiera es que sacaran buenas notas por saberse la Historia Sagrada y los libros de la Biblia y de Jesús. Porque pido a la escuela lo que es suyo: enseñar, no adoctrinar ni dividir, y buscar a fondo, desde el mutuo respeto escolar, la nueva sociedad interreligiosa, hoy tan amenazada.
Yo secundaría a los obispos que, a raíz de la nueva Constitución, el 11 de junio de 1979 orientaron la pastoral de la Enseñanza Religiosa Escolar (ERE): “No hay que proponerse todas las dimensiones de la catequesis: la plena iniciación en la experiencia cristiana, en el compromiso de la fe y la integración en la comunidad eclesial, aspectos estos que se realizan más propiamente en las instituciones de la Iglesia” (n.50).
En cambio, la ERE oficial copia cada vez más a la catequesis (y teología) y se amuralla con los niños católicos, en vez de invitar a todos a “una ocasión cultural que nadie debe perderse”, según dicen los obispos italianos en igual situación. Si he de decirlo de forma más sesuda: hay quien confunde las ciencias de la religión y la teología. Una estudia a los creyentes; la otra, siempre a Dios. O, con el dedo índice, una apunta a los hombres (cristianos, budistas etc.) por decir, creer, hacer…; mientras teología y catequesis se fijan en nuestro Padre Dios. El dogma lo aseguran, pero la pastoral (si sale en busca de todos), no.
En el nº 2.932 de Vida Nueva
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