La Cope y el fútbol

Jlortega 11JOAQUÍN L. ORTEGA | Sacerdote y periodista

“La cadena ha superado hace poco una crisis económica y todos entendemos que para mantener a flote una empresa semejante hacen falta muchos ingresos. Pero la solución –la entrega al deporte, que quiere decir al fútbol– ha resucitado el problema de la identidad”.

Veo y leo que sigue vivo el debate a propósito de la Cope. Incluso en Vida Nueva han aparecido recientemente opiniones al respecto del cardenal Amigo y de Fernando Vidal. Estuve en las mismísimas raíces de la Cope y, por muchos años, en sus órganos y en sus programas. Siempre defendí la identidad cristiana en los textos que la definían. Ahora vuelve la pendencia.

La cadena ha superado hace poco una crisis económica y todos entendemos que para mantener a flote una empresa semejante hacen falta muchos ingresos. Pero la solución –la entrega al deporte, que quiere decir al fútbol– ha resucitado el problema de la identidad. El fútbol, muy bien servido, por cierto, ha inundado por entero la programación de la cadena, ha arrasado programas de día y de noche muy asentados y, por si fuera poco, ha logrado la repetición en el mismo día de ciertos programas futboleros.

La fiebre del fútbol es hoy una gloria nacional. La Cope contribuye ahora a que se convierta en delirio, por no decir en credo. ¿Pero no se ha criticado muchas veces, desde la Iglesia, el fútbol como panem et circenses? ¿No resulta incongruente que ahora la Iglesia –en su máxima institución oficial y jerárquica– se convierta en madrina o en mecenas del fútbol?

La pertenencia de la Cope a la Conferencia Episcopal Española la identifica como algo más que una cadena de simple inspiración cristiana, como lo son otras en el mapa radiofónico de hoy. ¿No sería el caso de revisar y de decidir si la cadena Cope ha de ser necesariamente de la Conferencia Episcopal Española?

Es un dilema que planteaba ya, en otro ámbito pero en el mismo nivel, aquella excelente novela de José María de Pereda que se titulaba Blasones y Talegas. Lo que certifica cómo la historia se repite.

En el nº 2.758 de Vida Nueva.

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