(Juan Rubio– Director de Vida Nueva)
En tierra de nadie es el nombre de la película del joven director Danis Tanovic. Dos soldados de bandos enfrentados, uno bosnio y el otro serbio, se encuentran atrapados durante la guerra de Bosnia entre las líneas enemigas, en tierra de nadie. Mientras tratan de encontrar una solución, un sargento de los cascos azules de la ONU les ayuda, tratando de negociar en medio de la locura de la guerra. La gran dificultad está en hablar mientras se escuchan los obuses. Es muy arriesgado estar en esa tierra de nadie que se ha convertido en paradigma, incluso en la misma Iglesia en la que tanta gente situada en esa franja se siente desamparada. Junto a las notas esenciales de la Iglesia -unidad, santidad, catolicidad y apostolicidad-, ya asoma una nueva, la necesidad de especificidad, como si la definición se quedara corta y necesitara de otro complemento concreto. Queda en tierra de nadie mucha gente de buena voluntad que vive, sueña y trabaja en nuestros pueblos y ciudades sin esa especificidad y sienten que les falta algo si no pertenecen a algo más que simplemente a la Iglesia. Se les mira por encima del hombro, como necesitados de conversión. Los buenos son quienes han encontrado lo específico. Están por doquier y se van metiendo en curias diversas, en proyectos mediáticos y universitarios, y en cualquier espacio que les dejen libre. Son legión ordenada para el abordaje. La fragmentación eclesial es cada vez más alarmante. Paradójicamente, a ese reagrupamiento no se le llama división y se le bendice, escucha y abren puertas cuando reclama su cuota de poder, incluso a la hora de elegir obispos. Urge una relectura seria y profunda de la constitución conciliar Lumen Gentium.
Publicado en el nº 2.655 de Vida Nueva (del 4 al 17 de abril de 2009).