JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | Los socialistas españoles, preocupados por la pérdida de votos del flanco izquierdo en la deriva en la que se encuentran, quieren borrar Suresnes y reinventarse. La gauche divine saca del viejo armario la pana y la soflama. Busca en el ataque a la Iglesia su más genuino carácter, mientras deja que los amos del dinero en una economía en bancarrota se vayan de rositas. Ellos trajeron los polvos de estos lodos con la irresponsabilidad de no ver a tiempo la tragedia.
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Pero pinta más el viraje a la izquierda comecuras, con alaridos extravagantes, aplaudidos por un perfil de creyentes muy atados a las ideologías, cuando estas ya van de retirada. Los socialistas españoles vuelven a ellas. El confort los ha adormecido. Necesitan un reciclaje. Las revoluciones no pueden hacerse en las cómodas viviendas de La Moraleja.
El candidato Rubalcaba amenazó ya en Sevilla con replantear los Acuerdos Iglesia-Estado. Y en Valencia, en otoño, lo que te rondaré, morena. Es el cansino estribillo incapaz de explicar qué se gana y qué se pierde en estos acuerdos de rango internacional y lo que el Estado tendría que invertir en colegios, hospitales, centros sociales y patrimonio cultural si estos acuerdos no existieran, como en cerca de un centenar de países existen.
No solo iba a ser la izquierda de Cayo Lara la que gritara desaforada. Para anticlericales, ellos. Es su vitola. El resto de problemas, como los económicos, es harina de otro costal.
Olvidan la política de la Iglesia en el suave tándem González-Guerra y otros perfiles más cercanos de la época de Zapatero, con Fernández de la Vega a la cabeza. Se reinventa el socialismo en el arnés de la Iglesia y a cabalgar, lanza en ristre, contra lo que huela a sotana e incienso.
En Ferraz han descubierto que
ir contra la Iglesia es lo que les dará votos,
muchos más que meterse, navaja en la boca,
a acabar con los más de seis millones de parados.
En Ferraz han descubierto que ir contra la Iglesia es lo que les dará votos, muchos más que meterse, navaja en la boca, a acabar con los más de seis millones de parados, muchos de ellos de sus años de política bobalicona y Alianza de Civilizaciones. Una sociedad amedrantada por la crisis, a la que la Iglesia da el pan y la sal que los políticos le niegan, no entiende este afán anticlerical.
Y se alinean bramando contra el cardenal arzobispo de Madrid, al que hacen responsable de la muerte de Manolete. Necesitan una diana y el probable relevo del cardenal de Madrid los tiene asustados, porque no sabrán a quién poner en ella. Les gusta el cesaropapismo de sus épocas de militancia obrera cristiana y de sacristías. Acusan a Zapatero de no haber sido más duro. Uno no da crédito.
La deriva anticlerical del socialismo español ha empezado a reverdecer y vuelve el viejo espectro, alentado por alguna prensa, como fue el pasado domingo 28 el editorial en El País. Arrancando en portada, lanzó un alarido de guerra y remataba haciendo responsable al presidente de los obispos españoles. Pero hay obediencias debidas, y más cuando falta liquidez en las arcas. No es de recibo esta deriva absurda y poco elegante.
director.vidanueva@ppc-editorial.com
En el nº 2.846 de Vida Nueva.