La meditación

pablo-dors(Pablo d’Ors– Sacerdote y escritor)

“Cuantas más gentes o libros se hayan conocido o leído, tanto más largos y profundos han tenido que ser los silencios que han debido seguir a esas lecturas o conversaciones para que todo eso haya podido dejar algo tras de sí”

Buena parte de mi vida interior la he pasado explorando esa misma vida interior, y debo decir que de este trabajo de exploración no me he aburrido jamás: lo que nos sucede por dentro es infinitamente más rico y sustancioso que cualquier cosa de las que pueda sucedernos por fuera. En este sentido, no me conmuevo cuando me presentan a un individuo que ha viajado mucho; sé que la sabiduría de ese gran viajero dependerá de cómo haya viajado y de qué enseñanzas haya extraído de sus múltiples viajes. Tampoco me impresiona que me digan que alguien ha conocido a mucha gente o que ha leído miles de libros. Y es que cuantas más gentes o libros se hayan conocido o leído, tanto más largos y profundos han tenido que ser los silencios que han debido seguir a esas lecturas o conversaciones para que todo eso haya podido dejar algo tras de sí. Más bien al contrario: he comprobado que la mucha cantidad suele ser un buen síntoma de la poca o escasa profundidad.

¿Sabes meditar?, pregunto a todo aquel con quien me encuentro. Eso es realmente lo que hoy me interesa de las personas a quienes voy conociendo, y es así como mido su nivel de humanidad. Por meditar entiendo hacer silencio, es decir, percatarse del silencio que somos. Por meditar entiendo ver sin pensar, algo que parece vacío porque identificamos ver con pensar. Por meditar entiendo, en fin, examinar la conciencia, poder recrearse en una palabra, mantener un coloquio de amor y, por supuesto, escuchar. Quien sepa hacer todo esto es para mí una persona; quien no, vive todavía en una condición infrahumana.

Cuanto más medito, más arde ese extraño fuego que hay en mis adentros y mayor es mi sensación de estar habitado. Nuestra alma tiene historia, y en seguir esa historia (constatando su trascendencia e insignificancia –las dos cosas–) consiste aquello que llamamos “vida espiritual”.

En el nº 2.675 de Vida Nueva.

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