La mitad de la población mundial no puede practicar su religión

La mitad de la población mundial no puede practicar su religión

Los países musulmanes y los de régimen comunista, entre los más restrictivos en cuanto al derecho a la libertad religiosa

Ninos Pakistanies(José Carlos Rodríguez) Más de la mitad de la población mundial vive bajo regímenes que limitan o prohíben duramente la libertad de sus ciudadanos a la hora de practicar libremente la fe religiosa de su elección. Esta es la conclusión del Informe sobre Libertad Religiosa Internacional 2008, publicado por el Departamento de Estado norteamericano a finales del mes pasado. Cuando se cumplen 60 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, este documento de 800 páginas -que estudia la situación de este derecho en 198 países- cobra una importancia vital. Uno no puede menos que recordar que, tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI, han subrayado que está en la base de la dignidad humana.

Por si hubiera alguna duda al respecto, el documento lo explica con una claridad meridiana en sus primeras líneas: “Todas las personas se guían por determinadas convicciones centrales, las cuales -para la mayor parte de la población mundial- se derivan de convicciones religiosas. Por lo tanto, es justo afirmar que la libertad religiosa es un derecho humano fundamental, y las restricciones a la fe y su práctica son una afrenta a la dignidad humana”.

Si esto es así, hay razones para preocuparse, porque la lista de países donde esa dignidad está en entredicho es más larga de lo que se suele pensar. Casos como el de Arabia Saudita, donde explícitamente sólo se permite la práctica de la religión musulmana, son pocos. Pero hay maneras más ambiguas y sibilinas de restringir la libertad religiosa. En Egipto, Afganistán, Argelia y Pakistán (países donde la Constitución afirma que sus legislaciones se inspiran en el Islam), aunque se dice que los seguidores de otras religiones son libres de practicarlas -o que “gozarán de un total respeto”, como afirma la legislación de Irán-, en la práctica se prohíbe el proselitismo, excepto para los adherentes del Islam, o se afirma sin bagajes (como en Egipto) que sólo los no-musulmanes tienen derecho a cambiar de creencias religiosas. Y si vive usted en Argelia y se le acusa de “hacer zozobrar la fe” de un musulmán, sepa que puede ir a la cárcel cinco años. En otros, como Turkemenistán, Uzbekistán o Malasia, aunque en teoría el Estado no tiene una religión oficial, los miembros de creencias consideradas como minoritarias (léase no musulmanas) son constantemente hostigados por las autoridades. En Sudán, a pesar de los acuerdos de paz de 2005 con el sur cristiano y animista, la sharia sigue siendo la legislación del norte del país, con las consecuencias que eso trae consigo para los que no siguen las enseñanzas del Corán.

Pero estas restricciones no se dan sólo en Estados musulmanes. También otros regímenes de extracción comunista, como China, Corea del Norte, Cuba, Birmania, Vietnam o Eritrea figuran en la lista de países que violan la libertad religiosa. En Eritrea, por ejemplo, el año pasado el Gobierno expulsó a 13 misioneros católicos en un intento de reducir la influencia de la Iglesia. También en Venezuela los misioneros extranjeros se ven cada vez con más limitaciones para entrar. Y en Rusia hay preocupantes manifestaciones de antisemitismo, islamofobia y hostilidad hacia cristianos no-ortodoxos.

El informe documenta también el incremento de casos de persecución religiosa en India. Aunque la Constitución reconoce el derecho a la libertad religiosa, algunos Gobiernos locales -como en Gujarat y Rajasthan- han publicado legislación nueva que prohíbe las conversiones. La mayor crítica a las autoridades es por no haber actuado con suficiente rapidez para proteger a los cristianos.

Doble vara de medir

Para este documento, estos ataques a la libertad religiosa no son una casualidad, sino que obedecen a “una gran variedad de esfuerzos para minar el derecho a la libertad religiosa”. Así, la Organización de la Conferencia Islámica, que engloba a 57 países, ha declarado en sesiones de la ONU que no reconoce el derecho a cambiar de religión.

Pero este informe también puede provocar alguna sonrisa al lector, sobre todo si se recuerda que el Gobierno de los Estados Unidos da avisos, e incluso aplica sanciones, a países que violan la libertad religiosa. Excelente declaración de intenciones que no parece afectar a socios comerciales como China, o aliados de toda la vida, como Arabia Saudita, casos en los que siempre se puede añadir que ha habido “progresos sustanciales”.

En el nº 2.631 de Vida Nueva.

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