Las pequeñas fórmulas

Antonio-Gil(Antonio Gil Moreno)

“Ahora que la humanidad de Dios se mediatiza en las imágenes para que comprendamos con la razón y sintamos con el corazón sus mensajes más sublimes, sería interesante que buscáramos y encontráramos algunas fórmulas hermosas que iluminen nuestros pasos en el camino de la fe”

Cada vez con más frecuencia buscamos lo breve y lo pequeño, lo que está al alcance de la mano, la fórmula precisa y eficaz, la solución rápida a nuestros problemas. Ahora que la Cuaresma nos enfrenta con nuestra conciencia, no en lucha abierta, sino en diálogo sincero y esperanzado, ahora que la humanidad de Dios se mediatiza en las imágenes para que comprendamos con la razón y sintamos con el corazón sus mensajes más sublimes, sería interesante que buscáramos y encontráramos algunas fórmulas hermosas que iluminen nuestros pasos en el camino de la fe.

Por ejemplo, la del Abbé Pierre, el fundador de los Traperos de Emaús, que resumía su saber en tres certezas: “Primera, después de todo, Dios es Amor; segunda, después de todo, somos amados; tercera, después de todo, somos libres”.

O esta otra fórmula para ser felices: “Algo que hacer, algo que esperar, alguien a quien amar”.

O la ruta que nos traza el filósofo Alejandro Llano: “Es feliz el que contempla su vida como una historia interesante, con altibajos, con amor y dolor, pero digna de ser narrada porque tiene sentido, porque tiene unidad”.

Alguien, el Miércoles de Ceniza, nos decía: “Acuérdate de que eres fiesta y de que en fiesta te has de convertir”.

agilmoreno@vidanueva.es

En el nº 2.699 de Vida Nueva.

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