FRANCISCO JUAN MARTÍNEZ ROJAS | Deán de la Catedral de Jaén y delegado diocesano de Patrimonio Cultural
“El anuncio del Evangelio debe conjugar lo antiguo y lo nuevo, y los evangelizadores del tercer milenio deben ser como el padre de familia…”.
Juan Pablo II acuñó una tríada para llevar a cabo la nueva evangelización: se debía realizar con nuevo ardor, con nuevos métodos, con nuevas expresiones. Pero esa novedad no habría que interpretarla desde una hermenéutica rupturista, sino de continuidad. Al fin y al cabo, la labor de evangelizar no empieza ahora; lleva a sus espaldas dos milenios de historia, siempre con el mismo fin: anunciar el Evangelio del Reino.
Esa ha sido la intención también del proyecto El retablo de nuestra Fe, que la Agrupación de Cofradías de la ciudad de Jaén y la Vicaría Episcopal de Fe llevaron a cabo el pasado 15 de junio, dentro del marco de las actividades diocesanas programadas por el Año de la fe.
Once pasos de la Semana Santa jiennense ilustraron el misterio pascual de Cristo, siguiendo la narración que ofrecía la Virgen, icono perfecto de la fe, como la define Francisco (Lumen fidei, 58-60), a la que seguía una consideración que ahondaba en el significado que cada estampa evangélica tenía para la fe del hombre de hoy.
En esta apuesta pastoral, la imaginería clásica se unió a la palabra narrativa, a la música y a las nuevas tecnologías para ofrecer un acercamiento al hecho nuclear de la fe. No se trata de una apuesta absolutamente novedosa.
El anuncio del Evangelio debe conjugar lo antiguo y lo nuevo, y los evangelizadores del tercer milenio deben ser como el padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas (Mt 13,52). Nuevas por su metodología, y viejas, no decrépitas, por la sabiduría que atesora el Evangelio.
En el nº 2.856 de Vida Nueva.