Lo que bien empieza, bien termina

(José María Arnaiz, sm– Ex secretario general de la USG)

Acercar a la Iglesia a los que se sienten alejados y mejorar las estructuras eclesiales son los dos objetivos más originales y consistentes de las nuevas orientaciones generales del Episcopado de Chile para los años 2008-2012. Son dos aspectos que están detrás de toda la propuesta y en el fondo permean el documento.

Acercar a la Iglesia a los que se sienten alejados y mejorar las estructuras eclesiales son los dos objetivos más originales y consistentes de las nuevas orientaciones generales del Episcopado de Chile para los años 2008-2012. Son dos aspectos que están detrás de toda la propuesta y en el fondo permean el documento.

La novedad y la fuerza de estas orientaciones vienen de la primera Asamblea Eclesial Nacional celebrada en Santiago en octubre de 2007 y que constituyó un hecho único en la historia de la Iglesia de Chile. En ella, juntos laicos, religiosos y religiosas, sacerdotes y obispos reflexionaron y decidieron a la luz del Documento de Aparecida.

Este acontecimiento modélico y extraordinario de un bien llevado discernimiento eclesial, se convirtió en el punto de arranque para estas orientaciones.

Esta Asamblea es una estructura eclesial válida y necesaria para la sensibilidad cultural y eclesial de los tiempos que corren.

Por ello, bien podemos decir que de “Roma” viene lo que a “Roma” llega. Del Episcopado que firmó estas orientaciones viene lo que al Episcopado llegó. A un nivel más concreto, este documento pone urgencia en la “conversión pastoral” y en el encuentro personal con Jesucristo.

El encuentro renovador y transformador con Jesucristo lleva a la conversión, la que pasa por la profundización de su experiencia de fe. El tono del documento es alentador. La intención de todo él no es otra que marcar el itinerario con sus diferentes etapas de la Iglesia que peregrinará en Chile durante los próximos años y responder a los grandes anhelos de verdad, de bien y de belleza que están en lo más profundo de los hombres y mujeres de fe de Chile.

En el nº 2.648 de Vida Nueva.

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