Los frutos de la paz

Lopez 16(José Ignacio López– Periodista argentino del diario La Nación)

“Hace 30 años, en vísperas de Navidad, las dictaduras militares de uno y otro país estuvieron al borde del tronar de los cañones para zanjar un largo diferendo limítrofe en la región austral. El audaz gesto del Papa polaco impidió la guerra.Tres décadas del comienzo de la histórica mediación se cumplen estos días…”

Es tiempo de hacer memoria a un lado y otro de los Andes, de honrar a quienes lograron que prevaleciera el diálogo y evitaron que se derramara sangre de hermanos, de recoger aquella siembra y aquilatar los frutos de la paz. Bien está que argentinos y chilenos quieran celebrar aquel magno gesto con el que Juan Pablo II estrenó lo que sería un sello de su largo pontificado: la brega por la paz. 

Hace 30 años, en vísperas de Navidad, las dictaduras militares de uno y otro país estuvieron al borde del tronar de los cañones para zanjar un largo diferendo limítrofe en la región austral. El audaz gesto del Papa polaco impidió la guerra.

Tres décadas del comienzo de la histórica mediación se cumplen estos días, y un cuarto de siglo del Tratado de Paz y Amistad, su primer gran fruto, se celebrará en noviembre de 2009. Entre uno y otro acontecimiento, doce meses para celebrar la paz, y así lo han entendido también los episcopados y las comunidades cristianas. 

La jornada que acaban de realizar en Buenos Aires las universidades católicas de Argentina y Chile con participación de algunos de los protagonistas de aquel proceso de mediación marcó el comienzo de ese imprescindible ejercicio de memoria. Una evocación que, realizada con fidelidad, invita a todos a ahondar en la tarea por la integración iberoamericana.

Al amparo de esa fecunda reunión propiciada por las universidades, se encontraron dos protagonistas de ese empeño por la paz: el actual nuncio en el Reino Unido, monseñor Faustino Saiz Muñoz, y el doctor Raúl Alfonsín. Colaborador estrecho del cardenal Samoré, con quien llegó a la región en aquella Navidad de 1978, el diplomático vaticano quiso visitar en su casa al ex presidente, y quien esto escribe fue testigo del abrazo.

En el nº 2.634 de Vida Nueva.

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