Los laicos, esa mayoría silenciada en la Iglesia

jóvenes laicos estudiantes alumnos en la universidad

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JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | Son cada vez más quienes aseguran que ha llegado la hora del laicado y que una Iglesia excesivamente clericalizada no es, hoy por hoy, lo que el mundo necesita. La hora de los laicos, hombres y mujeres, la mayoría silenciosa en la Iglesia. Ya el decreto conciliar Apostolicam Actuositatem recomendaba la creación de un organismo que atendiera a este importante colectivo, al margen durante largos siglos de las decisiones eclesiales.

En 1976, Pablo VI incorporaba al organigrama de la Curia romana el Pontificio Consejo para los Laicos, del que Juan Pablo II, siendo arzobispo de Cracovia, fue mucho tiempo consultor. Ya en Roma, con la constitución apostólica Pastor Bonus, en 1988, dio forma a este dicasterio que ayuda a los laicos, “sea como individuos, sea como miembros pertenecientes a asociaciones”, para que cumplan su peculiar tarea de penetrar de espíritu evangélico el orden de las tareas temporales.

El papa Francisco acaba de nombrar nuevos miembros, manteniendo como responsable al actual presidente, el cardenal polaco Stanislaw Rylko, y al secretario, el obispo alemán Josef Clemens. Y todo tiene su explicación. Este último es quizás el hombre más cercano, además de amigo personal, del papa Joseph Ratzinger, con quien conversa, pasea y comparte sesiones de piano.

El otro era amigo de Juan Pablo II y el responsable de las Jornadas Mundiales de la Juventud. No hubiera sido elegante relevarlo cuando se prepara la próxima Jornada, precisamente en Polonia, con el recuerdo puesto en su mentor, el papa Wojtyla, cuya canonización está cerca.

Es hora de incorporar a los laicos,
de escucharlos, de darles el papel
que el Vaticano II les concedió, pero que
una Iglesia clericalizada les ha hurtado.

En el resto de los miembros elegidos para esta nueva etapa, se advierte esa pluralidad geográfica que Francisco está poniendo en práctica. Los elegidos proceden de Austria, Italia, Kenia, Alemania, Países Bajos, Filipinas, Brasil, los Estados Unidos, España, Lituania, Suiza, Líbano y República Centroafricana.

Pocos españoles. El fundador del Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello, continúa como asesor, no como miembro, como tantos otros asesores pertenecientes a nuevos movimientos eclesiales. La directora general de la Institución Teresiana, si no es española, podría considerarse como un aval español.

El más significativo, elegido como miembro del dicasterio, no como asesor, Yago de la Cierva, miembro destacado del Opus Dei y el gran organizador de la JMJ de Madrid 2011. No es extraño que su gran labor entonces se hayatenido en cuenta, pese a estar apartado en su ejercicio profesional. Gran técnico en comunicación, hay quien dice que fue él quien salvó la JMJ madrileña.

En el Palazzo San Calisto, en el Trastévere, se seguirán escuchando las voces de los laicos, la gran mayoría injustamente silenciada en la Iglesia. Y es hora de incorporarlos, de escucharlos, de darles el papel que el Vaticano II les concedió, pero que una Iglesia clericalizada les ha hurtado.

director.vidanueva@ppc-editorial.com

En el nº 2.882 de Vida Nueva

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