El pasado 1 de noviembre, mientras miles de españoles realizaban su tradicional visita a los cementerios, la localidad gaditana de Tarifa recordaba a otros muertos, éstos sin lápida ni flores, que hace 20 años inauguraban una fría y trágica lista. Ese mismo día de 1988, una patera con 23 inmigrantes marroquíes naufragó en la playa de Los Lances, dejando tras de sí 18 cadáveres. Desde aquella primera llegada -según datos del Ministerio del Interior-, más de 158.000 inmigrantes han arribado a las costas españolas y, de ellos, cerca de 12.000 han perecido en el intento. Terrible estadística que, a partir de este año, debería movernos al menos a dedicar una oración por ellos en cada nueva celebración de Todos los Fieles Difuntos.
En el nº 2.635 de Vida Nueva.
