(Antonio Gil Moreno) En pleno Año Jubilar paulino, es obligado dejar caer la mirada sobre tantos “Pablos vivos” de hoy, en esta hora apasionante de la historia. La lista sería larga e impresionante. Vayan algunos nombres: la hermana Presentación López Vivar, que el pasado 28 de octubre perdió las dos piernas durante su misión en el Congo al ser alcanzada por una bomba, declarando después a los periodistas: “Doy gracias a Dios porque me ha dado la oportunidad de seguir viviendo”.
Eduardo Verástegui, actor y productor de Bella, quien, en el esplendor de su éxito profesional, afirma: “Sólo quiero hacer lo que Dios quiera”; Jaime Sanllorente, el fundador de ‘Sonrisas de Bombay’, que presta ayuda a más de 2.500 niños, un joven al que un viaje a la India le cambió la vida; Aldo Brandirali, responsable de Servicios Sociales de Milán, que se convirtió del comunismo más radical a un catolicismo robusto, porque entendió que “si Cristo se ha hecho Hombre, los hombres pueden unirse”; los promotores del Encuentro Internacional de Oración por la Paz, “el espíritu de Asís”, porque allí comenzaron en 1986 quienes proclaman que “ninguna guerra es santa, ¡sólo la paz es santa!”. Y tantos “Pablos vivos”, apóstoles de las gentes, como corren de acá para allá, anunciando la Buena Noticia, la mejor de todas: la salvación de Dios. Y, además, testimoniándola con sus vidas.
En el nº 2.638 de Vida Nueva.
