JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | No cabe duda de que uno de los retos del papa Francisco para la Iglesia en España es el relevo en Madrid y Barcelona. Tanto el cardenal Rouco (Villalba, 1936) como el cardenal Martínez Sistach (Barcelona, 1937) han rebasado la edad canónica y esperan a sus sucesores. Es verdad también que desde la Secretaría de Estado, hace más o menos un año, se les dijo que continuaran ut proveatur.
- A RAS DE SUELO: España duele a los papas
Lo mismo se le dijo al cardenal Jorge Mario Bergoglio (Buenos Aires, 1936), quien ya preparaba maletas antes de ir al cónclave que lo ha retenido en Roma. Pero el tiempo pasa y los cambios naturales se han empezado a gestar con consultas oportunas, tranquilas y sin estridencias.
Ya ha comenzado la operación relevo sin que tenga que esperarse a marzo de 2014, cuando el cardenal madrileño acabe su cargo como presidente de la Conferencia Episcopal Española. El caso del nombramiento del nuevo arzobispo de Lisboa es una prueba evidente de que aquellas elecciones de 2011 en Añastro y en Quinta do Cabeço no iban a atar las manos al Papa. José Policarpo ha sido sustituido por el arzobispo de Oporto y, en Madrid, en cualquier momento, el relevo pudiera llegar. Los cercanos colaboradores del cardenal hablan de antes de Navidad.
Es ley de vida y no se debe ver en estos comentarios nada más allá del simple y viejo ritmo de la sucesión apostólica. Querer interpretarlo de otra forma es poco eclesial, y más puesto en boca de quienes reparten cada día carta de eclesialidad. Sic rebus stantibus, como gustaba a Tito Livio resumir lo dicho en su Ab Urbe condita, ha comenzado la operación Madrid sin estridencias, con sonrisas y con cierta elegancia.
Más allá de lo que haya de política eclesiástica,
la Iglesia española comenzará una nueva etapa.
Como pasó en 1982, tras el cardenal Tarancón.
Fue la operación de Juan Pablo II para una etapa
que ha durado tres décadas y que ha marcado mucho.
Más allá de lo que haya de política eclesiástica, la Iglesia española comenzará una nueva etapa. Como pasó en 1982, cuando ya en la recta final del cardenal Tarancón, otra nueva etapa comenzó, liderada por el cardenal Suquía, sucedido por el cardenal Rouco. Fue la operación de Juan Pablo II para una nueva etapa que ha durado tres décadas y que ha marcado, y mucho, a las Iglesias en España.
Ahora, una nueva etapa se vislumbra y, lo mismo que aquella se empezó a fraguar en el IV centenario de la muerte de Teresa de Jesús, en 1982, esta ya estará iniciada en el V centenario del nacimiento de la santa, en 2015, año en el que el nuevo Papa podría visitar España, “estando ya la casa sosegada”, con los cambios hechos.
Han comenzado las consultas. Puede haber sorpresas; o no. La prisa nos traería al cardenal Cañizares a Madrid, pero suenan otros nombres, cábalas al fin y al cabo. Y hasta hay quienes hablan de obispos-coadjutores, esa fórmula con la que se ve el plumero.
El consejo y discernimiento es un buen método que el Papa ha empezado a utilizar. Pregunta con llaneza, sin más. Y no es extraño que el nombre que aparezca sea el que, como en 1982, el Papa considere que es el mejor. Lo demás es volver a la resistencia pasiva.
director.vidanueva@ppc-editorial.com
En el nº 2.852 de Vida Nueva.