Más bodas y menos matrimonios

(Joaquín L. Ortega– Sacerdote y escritor)

“Se tiene la impresión de que un sacramento tan decisivo personalmente, y socialmente tan trascendental,se le está yendo a la Iglesia de las manos. ¿Se prefiere la condescendencia para dar facilidades a los contrayentes?”

Casi no hace falta consultar las estadísticas ni los estudios sociológicos. Basta con abrir los ojos y contemplar nuestro entorno social para caer en la cuenta de que cada vez hay más bodas y menos matrimonios. Baja el índice de la estabilidad matrimonial hasta el punto de que algunos pastoralistas han hablado ya de “matrimonios de usar y tirar”. Por el contrario, parece evidente el auge de las bodas de iglesia como rito nupcial preferible. Hoy, quien no se casa en un monasterio es porque se casa en una catedral. Las parejas eligen sus lecturas, sus preces y hasta sus autores preferidos: Tagore, Neruda o Teresa de Calcuta. En eso y en el acompañamiento musical, los novios echan mano de su condición de “reyes por un día”. Se cotiza muy alto el escenario románico o gótico, se valora mucho la “boda a la carta”, y se infravalora o se desdeña la trascendencia y la estabilidad propia del matrimonio como sacramento cristiano.

No sería justo olvidar que la Iglesia procura y propone equilibrar la boda y el matrimonio mediante catequesis, cursillos prematrimoniales, etc. 

De todas formas, se tiene la impresión de que un sacramento tan decisivo personalmente, y socialmente tan trascendental,se le está yendo a la Iglesia de las manos. ¿Se prefiere la condescendencia para dar facilidades a los contrayentes? 

¿Se tiene demasiado en cuenta la rentabilidad económica de las bodas? ¿No se considera pastoralmente alarmante que cada vez haya más bodas y menos matrimonios?

En el nº 2.634 de Vida Nueva.

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