(Carlos García de Andoin– Coordinador federal de Cristianos Socialistas) Más laicidad para una mejor convivencia. Ésta es la visión resultante del 37 Congreso del PSOE. La concepción laica del Estado es una seña de identidad del ideario político socialista. La afirmación de la dignidad humana representa para nuestra tradición ideológica la defensa de la autonomía moral y la promoción activa de la libertad religiosa y de conciencia. La laicidad del Estado es, por ello, consustancial a la libertad, la igualdad y los derechos humanos, esto es, al ideal de ciudadanía.
Esta concepción no es antirreligiosa. El PSOE sostiene que la democracia y la religión no con incompatibles. La democracia proporciona el mejor marco a la libertad de conciencia, al ejercicio de la fe y al pluralismo de las religiones, evitando así derivas fundamentalistas; por su parte, la religión, por su contribución a la producción moral, a la cohesión social y a la expresión cultural, es un complemento valioso de la sociedad democrática.
La promoción activa de un Estado laico ha traído a nuestra convivencia logros no fáciles, que sin embargo hoy son compartidos por toda la sociedad. Es el caso de la libertad de culto, el matrimonio civil, el divorcio, la secularización de los cementerios, la enseñanza laica, la universidad pública y la separación entre Estado e Iglesia católica. La laicidad es también más tolerancia en la aceptación del hecho religioso.
Hoy, los socialistas estamos firmemente comprometidos con la laicidad constitucional, fruto de un pacto entre los españoles, que no es una propuesta para la confrontación, sino para garantizar las libertades y construir la convivencia de una ciudadanía plural en valores y creencias.
La consolidación de la laicidad del Estado sólo será posible con el paso de las generaciones y los cambios culturales concomitantes. Hay aún retos pendientes. Primero, construir una ética pública cívica cuyos principios y contenido vienen dados por la Constitución y la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Segundo, crear una cultura pública laica y prácticas de ciudadanía basadas en la tolerancia y la deliberación, sin exclusiones ni imposiciones. Tercero, consolidar unas relaciones de cooperación caracterizadas por la igualdad y no discriminación con las diferentes confesiones. Cuarto, la igualdad ante el Estado de ciudadanos y asociaciones cuya libertad religiosa y de conciencia se expresa en orientaciones laicas, no específicamente religiosas. Quinto, la desaparición de la confesionalidad que pervive en edificios y prácticas de las instituciones públicas. Todo de acuerdo al sentir general de la ciudadanía, pues no es propósito actuar por imperativo legal, sino dirigir y acompañar esta evolución social.
Para esta legislatura, nos comprometemos a apoyar la reforma de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa de acuerdo con la diversidad cultural y religiosa de la sociedad y con la laicidad constitucional con igualdad de trato y no discriminación. Debe abordar la desaparición progresiva de símbolos y liturgias religiosas en los edificios públicos y los actos oficiales del Estado. Esta reforma es un instrumento necesario de una política religiosa que es una palanca clave para afrontar el hecho de la inmigración y las transformaciones que implica en la configuración futura de la sociedad española. Es esencial para la seguridad, para la integración social y para construir una nueva idea de ciudadanía más universal e incluyente. Es una oportunidad para debatir el papel de las creencias en la sociedad democrática.
Religiones en democracia
Las religiones tienen, sin duda, un lugar en la deliberación democrática, pero también límites, no tienen derecho a hacer leyes, y su deber, una vez aprobadas, es cumplirlas. Todo desde la convicción de la necesidad del concurso de todos, actores laicos y religiosos, para afrontar los desafíos de la pobreza y el hambre en el mundo, unas relaciones internacionales basadas en la cooperación y la paz, la exclusión social y la precariedad laboral en las sociedades desarrolladas, la solidaridad con las situaciones de dependencia, la igualdad entre hombres y mujeres, la convivencia intercultural, una ciudadanía activa, crítica y solidaria, y un nuevo modelo de desarrollo más ecológico y sostenible, entre otros.
La Iglesia católica, cuya singularidad histórica, cultural y sociológica en España reconoce el PSOE, debe ser consciente de que el inciso final del art. 16.3 de la Constitución no otorga prevalencia de derechos y no es razón para privilegios ni puede significar limitación alguna de la aconfesionalidad del Estado.
Queremos avanzar en la laicidad constitucional, que es separación, pero también cooperación. Cristianos Socialistas consideramos que representa una concepción de laicidad abierta e incluyente.