Michelle Bachelet

J M Arnaiz(José María Arnaiz– Ex Secretario General de la Unión de Superiores Generales)

“Gana las batallas, que en el ejercicio de la autoridad hay que dar, sin dejar la impresión de que ha derrotado a nadie. No es ambiciosa de dinero; ni Gobierno ni oposición se lo han hecho notar ni le han acusado de nada negativo”

Las encuestas de la semana pasada le dan a la presidenta de Chile más de un 80% de popularidad. Una popularidad ganada a pulso, ya que, en el inicio de su mandato, estuvo en el 36%; además, es, incluso, una de las más altas a nivel mundial. ¿Razones? Tres: no ambiciona el poder, y lo ejerce con un talante y un “genio” femenino que le lleva a no hacer alarde de su condición de presidenta. Gobierna con “pudor”, que es recato de lo bueno y la Academia dice también que es modestia y honestidad. Gana las batallas, que en el ejercicio de la autoridad hay que dar, sin dejar la impresión de que ha derrotado a nadie. No es ambiciosa de dinero; ni Gobierno ni oposición se lo han hecho notar ni le han acusado de nada negativo. Sencilla en el vestir, en la casa donde vive, en el viajar; ha expresado que ya está buscando “trabajo”, ya que el 11 de marzo termina de presidenta y queda “cesante”. En fin, es creíble. Cuando habla se tiene la impresión de que antes ha escuchado y guardado silencio y dice la verdad que sabe.

Es parte del fenómeno Bachelet. Por supuesto, detrás de ello hay intuiciones que no siempre llegan a explicaciones totales, pero ponen en la pista. Para unos, esta aceptación tan alta se debe a que es mujer; para otros, a que ha sufrido mucho personalmente y como familia por la persecución de la dictadura; los hay que piensan que se debe a que de veras se preocupa del pobre, sea anciano, niño, poblador, mujer, enfermo, el que menos tiene y le falta casa o previsión.

Ella se ha confesado no creyente; pero ha actuado como enormemente respetuosa con la religión y, de un modo especial, con la católica. Todo ello me lleva a un pensamiento: nos hace bien a los que somos católicos intentar ser cristianos y a los que cristianos somos, desde ahí, intentar ser muy humanos para que otros hagan el camino inverso.

jmarnaiz@vidanueva.es

En el nº 2.684 de Vida Nueva.

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