MARÍA JESÚS M. MARTÍNEZ (MADRID) | Quisiera agradecerles la atención prestada en su último número a Miguel Pajares, el misionero español que, tras dedicar su vida a servir a los demás en Liberia, acabó incluso entregando esta, víctima del ébola.
Desde luego, han mostrado un respeto que se ha echado mucho en falta en muchos en nuestro país, empezando por determinados políticos cicateros a la hora de valorar ciertas buenas acciones cuando estas han sido movidas por una fe religiosa.
¿Habría habido polémica si Pajares hubiera sido miembro de una ONG? Lo dudo mucho.
En el nº 2.907 de Vida Nueva
Pueden enviar sus cartas con sugerencias o comentarios a: director.vidanueva@ppc-editorial.com
CONTENIDO RELACIONADO:
- EDITORIAL: Lecciones del ébola
- OPINIÓN: El misionero y el virus del sectarismo, por José Lorenzo