Misericordia, punto y seguido

Carlos Amigo, cardenal arzobispo emérito de Sevilla CARLOS AMIGO VALLEJO | Cardenal arzobispo emérito de Sevilla

Que la noche no impida los quehaceres de la misericordia. Buena recomendación era esta para tiempos adversos y dificultades de todo tipo. El amor de Dios, el Misericordioso, no sabe de vientos contrarios ni de situaciones imposibles de remediar. Jesús no se baja de la barca, por muy fuertes que sean las tempestades.

Las obras de misericordia son patrimonio del menesteroso, en cualquiera de las formas de su desvalimiento. No se puede negar este “derecho” a recibir lo que corresponde a los hijos de un Padre que tiene como esencia de su vida el ser misericordioso.

Los objetivos que había que conseguir durante el Jubileo Extraordinario que acaba de finalizar estaban bien marcados en la bula que convocaba a la Iglesia a celebrar un Año Santo de la Misericordia: vivir el año jubilar a la luz de la palabra de Dios; ser misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzgar, no condenar; ofrecer perdón; abrir el corazón a los que están en situación difícil; practicar las obras de misericordia… Al final, aunque se cierre la puerta del Jubileo, no hay preocupación alguna: se abrirán más y más las del corazón misericordioso de Cristo.

Ahora, recogemos muy agradecidos las enseñanzas y las acciones pastorales que el papa Francisco nos propone en la carta apostólica Misericordia et misera. Porque “la misericordia no puede ser un paréntesis en la vida de la Iglesia, sino que constituye su misma existencia… La misericordia debe ser celebrada y vivida”. No se pueden cerrar nunca las puertas de la reconciliación y del perdón.

Esta carta, junto a la bula de convocatoria del Año Jubilar, es un exaltado cántico a la misericordia de Dios, que no sabe de barreras y obstáculos a la hora de llevar el perdón, la paz y la alegría al hombre arrepentido. Al mismo tiempo que señala que la justicia de Dios ha de manifestarse de una forma incontrastable en la conducta de los pueblos y de las personas. Las obras de misericordia son inseparables del mensaje evangélico, de la fe cristiana.

“Hacer cumplir a los creyentes la experiencia de la misericordia para convertirse en instrumento de la misericordia”. Este era el deseo del Papa al convocar el Año Jubilar de la Misericordia. La intención del sucesor de Pedro se ha visto cumplida durante la celebración de este tiempo jubilar y seguirá, como misión incuestionable, en todos los años venideros.

Publicado en el número 3.013 de Vida Nueva. Ver sumario

 


ESPECIAL FINAL DEL JUBILEO DE LA MISERICORDIA:

Compartir