Navidad

Ginés García Beltrán, obispo de Guadix-BazaGINÉS GARCÍA BELTRÁN | Obispo de Guadix-Baza

“Al pensar hoy en la Navidad, me asaltan dos palabras: transparencia y ternura…”.

Se acerca el tiempo bendito de la Navidad. Muchas cosas se han dicho y escrito de esta fiesta; algunos pensamos, y no sin razón, que hemos vendido el sentido profundo de la Navidad al consumo, a la vanidad y hasta a un sentimentalismo empobrecedor. Por eso, al pensar hoy en la Navidad, me asaltan dos palabras: transparencia y ternura.

Navidad es la transparencia –revelación– de un Dios que quiso dejarse ver, tocar y conocer por el hombre. En el Hijo de Dios, hecho hombre, vive entre nosotros la gloria de Dios. “Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres”, escribe san Pablo a Tito. Este es el mensaje de la Navidad y, al mismo tiempo, una invitación a los cristianos a ser transparencia del misterio de Belén.

Los demás quieren ver en nosotros hombres y mujeres con la sencillez, el amor y la ternura que nos regala el Niño de Belén. Esta es también la puerta de nuestra conversión pastoral: hacer de la Iglesia un hogar que, siendo pobre, enriquece a los otros con lo que ha recibido de su Señor.

La otra palabra es: ternura. La Navidad habla de ternura y llama a la ternura. La imagen de un niño desnudo, al que contempla su madre, María, y José, al abrigo de unos animales y del calor de la presencia de unos pastores, despierta en cualquier hombre o mujer de buena voluntad los mejores sentimientos. La Navidad es fiesta para la cercanía, para compartir, para entregarse.

Sí, están los pobres, existe la pobreza, que en estos días nos interroga con más fuerza. Pero no basta dar; a los pobres hay que mirarlos a los ojos, tocarlos, vivir con ellos. Es lo que Dios ha hecho con nosotros.

Cuando era niño aprendí un villancico que decía. “Navidad es todo el año, navidad es cada día”. Ojalá sea así. Feliz Navidad.

En el nº 2.875 de Vida Nueva.

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