No saber

pablo-dors(Pablo d’Ors– Sacerdote y escritor)

“Todo lo que sabemos de Dios, de la vida, del mundo es nada en comparación con lo que nos queda por saber. Basta no agarrarse a nada para empezar a volar”

Toda la fuerza interior que poseo, mucha o poca, la he extraído del silencio, entendido como ayuno de pensamientos. Pero no es que en ese silencio me haya sido revelado nada especial. El silencio es elocuente en cuanto silencio. La palabra que nos esconde el silencio es el silencio mismo. Es curativo de forma indirecta, misteriosísima. De pronto ve uno las cosas con más claridad y está mejor. Y si yo estoy bien, colaboro para que el mundo esté mejor. No hay que hacer nada esperando una meta o finalidad. La meta o finalidad es la acción misma, sea cual sea. La vía es el objetivo. No hay que llegar a ninguna parte: ya estamos en esa parte que buscamos. Cuanto más he meditado, más se ha ido ensanchando el camino. Al final se descubre que no hay camino, sólo caminar. No hay nada escondido, todo está a la vista. No hay nada que destapar, basta abrir los ojos. Y cuando se abren, lo que se divisa es un horizonte inabarcable, ésa es la sensación. Todo lo que sabemos de Dios, de la vida, del mundo es nada en comparación con lo que nos queda por saber. Basta no agarrarse a nada para empezar a volar. 

La hermosura es hermosa y la fealdad también es hermosa. Todo está bien porque todo puede ayudar a crecer. Si estás bien en un sitio, puedes estarlo en cualquier otro. Si has aprendido a meditar, cualquier lugar de tu casa y del mundo puede ser sala de meditación. La única sabiduría es el vacío, pero el vacío no es la nada, sino el éxtasis de la posibilidad. Puedes dar mil pasos y no encontrar a Dios; pero puedes dar uno, o ninguno, y toparte con Él. No tiene nada que ver con todo lo que hayas pensado o sentido antes sobre Él. Todo lo que hayas pensado o sentido antes sobre Él es un impedimento para llegar a Él. Todo lo que es camino para llegar a Él puede ser también, y suele serlo, impedimento para llegar a Él. Lo mejor es el no-saber. En ese no-saber sí que podemos mecernos tranquilamente.

En el nº 2.659 de Vida Nueva.

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