Nueva delegada de Migraciones de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara
(Miguel Ángel Malavia) ¿Qué siente al ser la primera mujer que ocupa una delegación en toda la historia de su diócesis? Más que orgullo, es una gran alegría. Demuestra que la Iglesia, poco a poco, se va abriendo a una nueva perspectiva, mostrando que la presencia femenina puede ser muy enriquecedora.
¿Qué diría a los que afirman que la Iglesia no valora suficientemente a las mujeres? La historia de la Iglesia es milenaria, y se nota. La tradición, el “siempre ha sido así”, ha pesado mucho. Pero ahora, progresivamente, todo está cambiando. Depende de los contextos particulares, pero en general se ha abierto una ventanilla en la Iglesia por la que las mujeres cada vez vamos tomando más capacidad de decisión.
¿Qué objetivos se marca en este proyecto? Debemos tener presente que nuestra misión es con la persona, por lo que hemos de ser nosotros los que vayamos al encuentro del inmigrante. Eso lo tengo muy claro, ya que yo misma provengo de Brasil. Debemos mantener un compromiso firme con la persona, lo que implica mejorar nuestra sensibilización y buscar puntos de encuentro.
Al provenir de otros contextos, ¿también tratan de fomentar el ecumenismo? Nosotros queremos una Iglesia multicultural. Atendemos a latinoamericanos, pero también a rumanos y marroquíes. Cada mes tenemos un encuentro y buscamos que sea a su vez un acto religioso. De hecho, los ortodoxos y los evangélicos suelen unirse a la oración. Y los musulmanes también participan en otros actos interreligiosos. Junto a la oración, tenemos claro que el diálogo es una riqueza.
