En Filipinas, los campesinos llevan décadas luchando por la reforma agraria que les traspasaría la propiedad de la tierra. A principios de diciembre, decenas de agricultores iniciaron una huelga de hambre, y en un activismo sin precedentes, cinco obispos (entre ellos, el auxiliar de Manila, Broderick Pabillo, en la imagen de arriba) se les unieron, para manifestar que “algo se está haciendo realmente mal en el país”. El día 17, después de que el Congreso aprobase una prórroga de seis meses para la reforma, el cardenal de Manila, Gaudencio Rosales, pidió el fin del ayuno, asegurando que serán los líderes católicos los que llevarán la causa campesina a los legisladores.
En el nº 2.642 de Vida Nueva.