Otro modelo de Iglesia

(José Ignacio López Periodista argentino del diario La Nación) Pocos parecen dudar de que toca vivir a nuestras sociedades un tiempo de transición. Y que eso vale también para la Iglesia. ¿No experimentamos, acaso, hasta la sensación física de que también nosotros estamos en transición entre una forma de ser Iglesia que se extingue y otra que sólo se insinúa, se vislumbra? ¿No sentimos esa lucha entre lo viejo y lo nuevo que anida en cada uno de la que nos habla san Pablo?

A un año de la Conferencia de Aparecida, una de sus estelas parece ser una convicción amplia y creciente de que es posible construir otro modelo de Iglesia, pero que no es un proyecto rupturista. El nuevo modelo no es marginal ni paralelo a la Iglesia actual, sino que, como ha escrito Pablo Richard, ha de construirse “al interior de la Iglesia y en comunión con la Iglesia universal”.

Desde esa convicción, el método ver, juzgar y actuar, recuperado en las deliberaciones de los obispos en Brasil, es uno de los elementos básicos que dará consistencia a la construcción de ese proyecto, junto a las Comunidades Eclesiales de Base, tal como aparecieron en las conferencias de Puebla y Aparecida, a la participación de la mujer en todos los niveles ministeriales y a la teología de la liberación.

La búsqueda de esa propuesta requiere también recuperar la confianza y el diálogo al interior de la Iglesia. Un diálogo como el que soñó Pablo VI en esa carta magna que es su encíclica Ecclesiam Suam, que por sí sola clama por recrear las condiciones conciliares que le dieron origen: libertad, construcción de opinión pública, ruptura de guetos y prejuicios. Porque si se aspira a que se acepte a la Iglesia en América Latina como ámbito para el encuentro, lugar de diálogo y gestora de reconciliación, parece imprescindible mostrar capacidad para desatar ese proceso en la propia casa.

Compartir