Padrenuestro

Santos-Urías(Santos Urías)

“Los padres no se imponen. Jamás se pueden imponer. Por eso, el rechazo, el fracaso, la incomprensión horadan la herida, despeñan las esperanzas, rompen los diálogos y hacen sorda la oración”

Pero no hay rostro de padre. Hay una infancia en un orfanato de un país del Este hasta los nueve años. Visitas impregnadas de desprecios y de indiferencias. Recuerdos de un pan no siempre de cada día. Del frío del invierno, de la vergüenza solitaria del verano y de una primavera inexistente. Una cuna tejida con amistades de necesidad y con imágenes, paradójicamente, no del todo ingratas.

Padrenuestro.

Los padres adoptan. Los hijos adoptan. No es sólo una cuestión legal. Es el afecto, la proximidad, el encuentro, la paciencia, el perdón, la escucha, la que va labrando el perfil de la paternidad. Los padres no se imponen. Jamás se pueden imponer. Por eso, el rechazo, el fracaso, la incomprensión horadan la herida, despeñan las esperanzas, rompen los diálogos y hacen sorda la oración.

Padrenuestro.

Gracias a Dios y su inmensa ternura, siempre hay mediadoras y mediadores que personalizan el abrazo, que encarnan la gratuidad del ser y del verdadero cariño, que saben poner los límites necesarios y a la vez darlo todo. Que son, en sí mismos, una palabra viva y vivificante, magnífico exponente del nuevo amanecer.

surias@vidanueva.es

En el nº 2.689 de Vida Nueva.

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