(Camilo Maccise– Mexicano, expresidente de la Unión de Superiores Generales)
“Lo que ha sucedido puede ser para la Legión una oportunidad para dejar de ver la paja en el ojo ajeno; para modificar la ideas que muchos de sus miembros tienen de la teología, la moral, la Iglesia, la vida consagrada, de sí mismos y de los demás”
Los medios de comunicación a nivel mundial se han ocupado en las últimas semanas del caso del fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel.
El descubrimiento de que tuvo una hija, y las acusaciones anteriores de pederastia han sido noticia. Unos hablan del escándalo de su conducta detrás de una fachada de santidad. Otros piden comprensión ante esas debilidades humanas y, al mismo tiempo, insisten en que por ello no se descalifique a su congregación ni se niegue lo bueno que realiza.
Ciertamente, nadie puede erigirse en juez de los demás. Sin embargo, es legítimo ver en lo sucedido una ocasión para que la Legión cambie su modo de actuar. Muchos Legionarios de Cristo se han considerado poseedores exclusivos de la verdad y guardianes de la ortodoxia. Eso los ha llevado a condenar a quienes en aspectos discutibles piensan o actúan de otra manera. He conocido personas y grupos dentro de la Iglesia que han sido víctimas de sus acusaciones ante la jerarquía e incluso ante la Congregación para la Doctrina de la Fe, en ocasiones fruto también de una envidia mal disimulada.
Lo que ha sucedido puede ser para la Legión una oportunidad para dejar de ver la paja en el ojo ajeno; para modificar la ideas que muchos de sus miembros tienen de la teología, la moral, la Iglesia, la vida consagrada, de sí mismos y de los demás; para insistir no sólo en una pretendida ortodoxia que ataca a quien piensa distinto, sino también en una ortopraxis evangélica que no se apoya en el desprestigio de los demás y en el poder porque son falsos cimientos.
Lo que ha salido a la luz lo ha comprobado. Tarde o temprano, las cosas aparecen en su auténtica dimensión, porque “nada hay oculto que no venga a saberse”, y “para verdades, el tiempo; y para juicios, Dios”.
cmaccise@vidanueva.es
En el nº 2.651 de Vida Nueva.