Por un amor inteligente

ejemplares-de-la-enciclica(Luis González-Carvajal Santabárbara– Profesor de la Universidad Pontificia Comillas) Generalmente, el nombre de una encíclica sólo permite saber cuáles son sus primeras palabras; en este caso es, además, su leitmotiv. Explica Benedicto XVI que, para construir un mundo más humano, la caridad necesita estar iluminada por la inteligencia y la inteligencia impulsada por el amor. Por eso sus continuas alusiones al amor inteligente.

luis-g-carvajalBertrand Russell sostuvo algo parecido. Para él, en la Edad Media se producía un ejemplo de amor sin conocimiento cada vez que aparecía la peste y la gente se reunía en las iglesias para pedir el fin de la epidemia, contagiándose así unos a otros. A su vez, la I Guerra Mundial fue un ejemplo de conocimiento sin amor. La separación del amor y el conocimiento provoca siempre la muerte a gran escala, pero -añadía- aunque sean necesarios ambos, el amor es más importante porque impulsará a las personas inteligentes a buscar un conocimiento que ayude a los demás.

Benedicto XVI coincide en que el amor es más importante: quien “está animado de una verdadera caridad es ingenioso para descubrir las causas de la miseria, para encontrar los medios de combatirla, para vencerla con intrepidez” (nº 30; cfr. PP 75). Pero da un sentido más pleno que B. Russell al amor y al conocimiento. Se trata de la caridad cristiana y el conocimiento iluminado por Dios, por lo que “la cerrazón ideológica a Dios y el indiferentismo ateo (…) se presentan hoy como uno de los mayores obstáculos para el desarrollo. El humanismo que excluye a Dios es un humanismo inhumano” (nº 78).

Sin embargo, debemos matizar esa dura afirmación. Como es costumbre en las encíclicas sociales desde la Pacem in terris de Juan XXIII, Caritas in veritate no se dirige sólo a los creyentes, sino también “a todos los hombres de buena voluntad”, porque los no creyentes pueden guiarse por la ley natural, un conjunto de valores éticos que, siendo exigencias de la naturaleza humana, pueden conocer sin necesidad de la revelación. “La adhesión a esa ley escrita en los corazones -dice- es la base de toda colaboración social constructiva” (nº 59).

Igual que la luz blanca al atravesar un prisma se refracta en muchos colores, Caritas in veritate aborda un único tema pero refractado en muchos (¿demasiados?). Ese único tema es el desarrollo, pero entendido de modo integral, referido tanto a las dimensiones materiales como a las espirituales e incluyendo a todos los seres humanos. Por eso casi no hay problema que no aborde el Papa: la globalización y la crisis económica, la ecología y la bioética, el trabajo y el desempleo, el turismo, los medios de comunicación social… Eso ha obligado a tratar las cosas de modo tan comprimido que quizás sólo quienes estén familiarizados con la ética social llegarán a captar toda su riqueza (que es mucha).

El ejemplo de la crisis

Pondré un único ejemplo. Quienes no sepan que en el origen de la crisis económica actual están todos esos productos de ingeniería financiera (CDO, CDS, Synthetic CDO…) ideados por los banqueros norteamericanos para endosar a otros las hipotecas basura que habían concedido irresponsablemente, ¿entenderán la crítica del Papa a los “instrumentos sofisticados con los que se podría traicionar a los ahorradores” (nº 65)?

En la presentación preguntó un periodista si el Papa había condenado el capitalismo (palabra que, por cierto, no aparece en la encíclica). Como hoy no existe alternativa viable al capitalismo, sólo cabe elegir entre sus dos variedades: la economía social de mercado y el capitalismo neoliberal. La postura de Benedicto XVI es reiteradamente crítica con éste último.

Quizás lo más comentado de la encíclica ha sido su reivindicación de una autoridad mundial; algo que no debía haber sorprendido tanto, porque lo viene pidiendo la Iglesia desde Juan XXIII (cfr. PT 138-141, GS 82, PP 78, SRS 43). Dice el Papa que, si bien la globalización actual, carente de reglas, es profundamente dañina para los más débiles, adecuadamente regulada podría ser muy beneficiosa, y eso sólo será posible cuando exista un gobierno mundial. Esa autoridad mundial, además de ser democrática, debe respetar el principio de subsidiariedad (nº 57), por lo que seguirán teniendo razón de ser los Estados nacionales (nº 41).

Observemos, para terminar, que Caritas in veritate no utiliza el método inductivo que, propugnado por Juan XXIII (cfr. MM 236), se generalizó tras el Concilio con su famosa invitación a “escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio” (GS 4a). 

Estábamos acostumbrados a que todas las encíclicas sociales comenzaran con un análisis de la realidad, pero en ésta no ocurre así. No ignora la realidad -basta ver los temas que aborda-, pero el punto de partida no es la realidad, sino los principios.

En el nº 2.669 de Vida Nueva.

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