Sacerdote salesiano y poeta
(M. Á. Malavia) A sus 78 años (Cuenca, 1930), acaban de concederle el prestigioso Premio Fernando Rielo de Poesía Mística. ¿Es Dios el eje inspirador de su obra? Es un punto referente, por supuesto. Pero, tras una vida entera escribiendo, he cultivado una obra muy heterogénea, tratando muchos otros temas, como el amor, la vida, la muerte…
En su poesía ganadora, hace referencia a “la tarde de la vida”. ¿Qué connotaciones tiene esta metáfora? Al igual que la idea del anochecer está vinculada a san Juan de la Cruz, el atardecer es el símbolo que marca mi obra. Significa un diálogo con Dios y con el hombre. También es una reflexión conmigo mismo, con mis recuerdos.
¿Podría definir con una sola palabra su obra? Vida. Cada libro que escribo es un escalón de mi vida.
Y tras el poeta, la persona. ¿Cómo se definiría, también con una palabra, a sí mismo? Serían dos: salesiano y sacerdote. Es lo que soy. Salesiano, por mi implicación con los jóvenes y mi pretensión de comunicar. Y sacerdote, porque es mi ministerio y, a través de él, lo que comunico es la Palabra de Dios.
En el nº 2.641 de Vida Nueva.