SEBASTIÀ TALTAVULL ANGLADA | Obispo auxiliar de Barcelona
La incertidumbre con la que se vive en sectores de nuestra sociedad, y que afecta a las normales relaciones de convivencia ciudadana, puede encontrar una propuesta de salida en la palabra de la Iglesia. Hay mensajes que no quieren ser escuchados o ante los que se muestra una total indiferencia, ya que no sirven los intereses de quienes viven la obsesión del poder o rechazan todo compromiso social que conlleve trabajar por el bien de todos, sin excluir a nadie.
El papa Francisco, ante la urgencia de la paz, acaba de lanzar una propuesta que nos lleva a repensar muchos de nuestros comportamientos y propone algo nuevo. Se trata de algo tan necesario como vencer la indiferencia en la sociedad humana, que es la indiferencia ante Dios, ante el prójimo y ante lo creado, y conquistar la paz. ¿Acaso no puede la Iglesia ayudar a recomponer el puzle desordenado del amplio abanico de nuestras opciones y recrear una nueva forma de convivir como pueblo? Tenemos el Evangelio y tenemos a Jesús, que nos quiere como sal, luz y fermento, discípulos misioneros.
Si son las ideas las que nos dividen, puede que sea necesario buscar una solución que tenga que ver con Jesús y aquellos valores del Evangelio que predica y de los que da testimonio. Nuestra aportación como cristianos ha de poder ayudar a no ceder a la tentación de la indiferencia y a recomponer situaciones difíciles. Y no solo nosotros, hay muchas razones –dice el papa Francisco– para creer en la capacidad de la humanidad que actúa conjuntamente en solidaridad, preocupándose por los miembros más frágiles y la protección del bien común.
La globalización de la solidaridad es la respuesta, ya que si existimos, es en relación con los demás y para respetarnos por estar hechos a imagen y semejanza de Dios.
En el nº 2.972 de Vida Nueva.