(Jesús Domingo Martínez– Girona) En momentos en que la LEC está en el Parlament, en el que los profesores de la enseñanza pública hacen huelgas, manifestaciones y protestas, y en los que a veces se contaminan los medios, me parece oportuna una reflexión. Es cierto que algunos colegios públicos están faltos de medios y de personal para atender las nuevas necesidades que la inmigración y los cambios sociales han traído. Claro que sí. Pero también es cierto que los colegios privados, concertados o no, realizan esfuerzos extras, en horas de trabajo y en decisiones presupuestarias, para ofrecer una calidad educativa que asegure el alumnado necesario y así seguir adelante con su tarea.
Y también es bien cierto que existe un trasvase de docentes de la escuela privada a la pública, y no al revés, en busca de un puesto de trabajo seguro y una remuneración mayor. Hay contadas excepciones de funcionarios que renuncian a su plaza para irse a la enseñanza privada a cobrar menos, trabajar más y estar en la cuerda floja si los números no cuadran. Pienso que cabe un reconocimiento del esfuerzo, que junto con los titulares de centros, están haciendo los profesionales de la escuela privada, especialmente la concertada. En Cataluña es la peor pagada.
En el nº 2.657 de Vida Nueva.