(José Ignacio López– Periodista argentino)
“‘La persistencia del conflicto (en Argentina) -dicen los obispos- y la aparente imposibilidad de resolverlo constituyen un signo de debilidad institucional; son una prueba del escaso aprecio que, como sociedad, otorgamos a la importancia y dignidad de la acción política'”
La cúpula episcopal argentina estuvo en Roma con el cardenal de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, al frente y ahondó el diálogo franco iniciado hace un par de años, apenas mutaron los ocupantes de la Secretaría de Estado. El cardenal Bertone quería información de primera mano antes de aprovechar la cumbre de la FAO en Roma para encontrarse formal o ‘casualmente’ con varios jefes de Estado que asistieron al frustrante encuentro.
Al regresar de Roma, los obispos convocaron de urgencia la Comisión Permanente para buscar un resquicio a la moderación y lanzar un equilibrado llamado al diálogo y a la recuperación del sentido del bien común. La Argentina atraviesa, y así se lo señaló desde la Iglesia, una situación que la menoscaba como comunidad, la aísla del mundo y, en definitiva, perjudica especialmente a los más pobres y excluidos. “La persistencia del conflicto -dicen los obispos- y la aparente imposibilidad de resolverlo constituyen un signo de debilidad institucional; son una prueba del escaso aprecio que, como sociedad, otorgamos a la importancia y dignidad de la acción política como el ámbito propio para la superación de las diferencias y el afianzamiento de la amistad social”.
Vastos y diversos grupos católicos y cristianos se vieron representados por ese ponderado llamado a la reflexión y al diálogo. Pero en medio de la crispación creciente, de la fragmentación social, pugnan por asumir su responsabilidad de laicos y hallar modos eficaces de presencia y servicio a una sociedad paralizada. Se trata de construir espacios de confianza propensos al diálogo y no a la pulseada, abiertos a la escucha, donde compartirse y asumirse la derrota de un país, de una dirigencia que una y otra vez se muestra incapaz de recuperar el sentido de reconstruir en paz lo común, la casa de todos.