JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | Es algo que se viene escuchando en algunos foros eclesiásticos con cierta preocupación y con no menos temor. La “ortodoxia positiva” parece que ha levantado vuelo, con alguna sospecha, en los últimos meses. La sorprendente elección de un sucesor de Pedro que nadie esperaba ni entraba en las cábalas periodísticas o eclesiásticas, ha levantado un estado de euforia y beneplácito, incluso en muchos no creyentes, o en creyentes que buscan una Iglesia menos romana y más universal.
- A RAS DE SUELO: ‘Mundo Cristiano’ y ’21’
Los gestos y palabras del nuevo Papa en los primeros meses vienen a corroborar este estado de euforia, vista con recelo por algunos grupos, y cada vez más encajada y reconducida a la vereda propia y al “corralito” del pensamiento único de muchos de los que se echaron las manos a la cabeza aquel 13 de marzo.
Hay quienes se han escondido en una “oposición silenciosa” y se atreven a ir dando lecciones, trazando agendas y enmendando planas. También hubo “oposición silenciosa” al pontífice emérito, ahora ya vecino y cercano al actual.
Hay quien se va acostumbrando a las nuevas formas, en espera de las grandes reformas, aunque cierto aire de sospecha flota en el ambiente de quienes creen que el mundo se salva a fuerza de doctrina, tan cartesianos ellos, tan ideologizantes e ideologizados, tan apegados a un desafío más en las lides del pensamiento que en los de la misericordia entrañable.
Hay quienes creen que todo el monte es orégano y que Francisco llegará rompiendo y rasgando. Y hay quienes están alarmados de lo que ellos consideran un armisticio de la opinión pública y mediática para con el nuevo Papa llegado del fin del mundo. Y hasta les molesta que la prensa agnóstica hable bien de él y elogie su labor y ponga en solfa muchas de sus estrategias.
Lo que realmente preocupa es
la oposicion silenciosa y socarrona
que hasta llega a decir que el nuevo Papa
necesita de mucha oración, pues el trabajo es dificil,
“aunque él podía haber renunciado,
pero le agradecemos que haya aceptado”.
Recientemente, un preclaro cardenal lanzaba piedras contra el techo mediático, acusándolo de “impío y blasfemo” por haber sido tan malo con un papa y tan bueno con otro. Demencial, simplemente demencial.
Y hablan de “ortodoxia positiva”, como de una actitud que muestra la verdad, la expone, la ofrece y no la impone. El estilo Ratzinger del que muchos aún no se han enterado era ese. Y es que hablar proponiendo luz y verdad en un mundo con muchas oscuridades y mentiras es tarea difícil, pero necesaria.
Y el nuevo Papa sigue sorprendiendo, haciendo gestos, proclamando verdades, trazando cambios y gobernando una Iglesia que iba perdiendo credibilidad a manos llenas. Y si eso es “ortodoxia positiva”, pues bienvenida sea.
Lo que realmente preocupa es la oposicion silenciosa y socarrona que hasta llega a decir que el nuevo Papa necesita de mucha oración, pues el trabajo que tiene es dificil, “aunque él podía haber renunciado, el derecho lo asiste, pero le agradecemos que haya aceptado”. En boca de un cardenal elector, estas palabras son, cuanto menos, ambiguas, extrañas y poco serias.
director.vidanueva@ppc-editorial.com
En el nº 2.847 de Vida Nueva.