(Dolores Aleixandre, RSCJ) Al releer este año tardíamente el relato de la Anunciación, caigo en la cuenta de que lo primero que María dice de sí misma es: “No conozco…” (Lc 1, 34) y más adelante, cuando el Niño se pierde en el templo, Lucas dice que José y ella “no comprendieron” (2, 50).
Por eso me da mucha alegría poder invocarla como “Nuestra Señora del No-Saber” o como “María de la Santa Ignorancia” y, cuando escucho a alguien reconocer algún “no saber”, me entran ganas de felicitarle efusivamente por tan sensata aceptación de uno de esos límites que todos tenemos, pero que tratamos de ocultar.
Ya en esa clave, y por pura casualidad, me entero por fuentes fidedignas de que en una universidad de Massachusetts existe un Departamento de Ciencias de la Incertidumbre, cosa que me parece un gran acierto. Cómo habrá tanta gente, me pregunto, empeñada en doctorarse en Ciencias de la Seguridad (Sección Dictámenes y Reprimendas), con lo bien que viene aprender a manejar esas perplejidades que suele traernos la vida y que nos ayudan a ser un poco más humildes. Entiendo que Massachusetts pilla un poco a trasmano, pero ¿no habrá alguna asignatura que se pueda cursar on line?