La oleada de violencia desatada desde hace algunas fechas contra los cristianos en la India no cesa. Ni mucho menos. Así, tras los viles asesinatos de misioneros y religiosos hace unas semanas, los fundamentalistas hindúes han vuelto a la carga y han arrasado la catedral de la diócesis de Jabalpur, en India central. Los cristianos, a través de sus obispos locales, sólo piden a las autoridades políticas del país que al fin apliquen la ley y no permitan más el odio y la barbarie en forma de violencia extrema frente a quienes no se defienden. Sólo es cuestión de justicia y acción. Porque las promesas y las palabras huecas se las lleva el viento.