MARÍA JOSÉ GARCÍA ANDERSON (MADRID) | Semanas atrás, en su intento por llegar a Ceuta, murieron 15 personas. Eran subsaharianos que fallecieron ahogados, después de tirarse al agua, desesperados, optando como única alternativa posible por una “aventura” que se tornó en tragedia.
Ante estos hechos, cualquiera pensaría que habría un clamor social reclamando justicia y verdad. Más cuando se han ofrecido versiones contradictorias desde distintas estancias del Gobierno, y más cuando se ha sabido que el papel de nuestras fuerzas de “seguridad” fue, cuanto menos, cuestionable. Pero no. Nadie se ha hecho responsable. Silencio.
En el nº 2.884 de Vida Nueva
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