FRANCISCO JUAN MARTÍNEZ ROJAS | Deán de la Catedral de Jaén y delegado diocesano de Patrimonio Cultural
“A la espera de recuperar una creatividad musical de calidad, retomar sones de otros tiempos puede colmar de buena música los templos”.
Las capillas musicales de las catedrales fueron uno de los colectivos eclesiásticos que más acusaron las consecuencias de la caída del Antiguo Régimen y las sucesivas desamortizaciones del siglo XIX. Estas agrupaciones se vieron obligadas a reducir su personal, y la creatividad compositiva de sus maestros rompió la rica tónica de valiosas aportaciones.
Ante esta perspectiva que hace pensar que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, se abre camino una tarea que sí puede ayudar a llenar de sones el erial musical en que se han convertido la mayor parte de los templos. Se trata del estudio de los archivos musicales de catedrales, colegiatas, monasterios, e incluso parroquias, que conservan ingentes cantidades de partituras, que esperan una mano diestra que convierta las notas del pentagrama en acordes armónicos, que siglos atrás acompañaron las principales ceremonias del culto. Se podrían citar notables ejemplos. Por motivos personales, quisiera nombrar dos, cuyas partituras están en el archivo musical de la catedral de Jaén.
La primera grabación se ha centrado en las Sinfonías de Ramón Garay, maestro de capilla en la capital del Santo Reino de 1789 a 1823. La otra recoge diversas composiciones de Juan Manuel de la Puente, maestro de capilla de la catedral de Jaén de 1711 a 1754. Se trata del Miserere a 18 voces y varios villancicos. A la espera de recuperar una creatividad musical de calidad, retomar sones de otros tiempos puede colmar de buena música los templos.
En el nº 2.860 de Vida Nueva.