LUIS FERNANDO CRESPO, religioso marianista |
Que sea un hombre de fe, de oración, que viva la experiencia de Dios en lo cotidiano, amante del misterio de la Encarnación.
Que sea un Buen Pastor a ejemplo de Cristo Jesús.
Que tenga libertad de espíritu, siendo un hombre de Espíritu.
Que a la Iglesia, que es petrina, le dé un toque mariano, con una buena dosis de ternura maternal.
Que siga el camino iniciado por el Concilio Vaticano II.
Que fomente el ecumenismo.
Que haya experimentado la vida de la comunidad cristiana, que haya vivido la parroquia.
Que sea humilde, que tenga los pies en la tierra, que conozca sus caminos, que venga como peregrino que camina con la Iglesia hacia el pórtico de la gloria.
Que fomente la colegialidad de los obispos, que reduzca el poder de la Curia.
Que no sea eclesiástico, sino eclesial.
Que varíe el estatus de la mujer en el gobierno de la Iglesia.
Que tenga experiencia del mundo de los pobres, de la marginación, de la diferencia.
Que conozca lo mejor posible la verdad y la realidad en la que viven los millones de cristianos que hay en el mundo.
Que hable a la humanidad de sus gozos y esperanzas, de sus tristezas y angustias con un lenguaje comprensible, con empatía, con cercanía.
Que sepa dialogar con la cultura, que ame la belleza del arte.
Que abra y no cierre, que proponga y no imponga.
Que entre en diálogo con las otras religiones, que abra a todos a la paz de Dios.
Que actúe como un padre de familia, que pone su mirada, sus energías y sus bienes en beneficio de sus hijos con más necesidades, que busca al que está perdido, que no excluye a nadie.
Que no sea europeo y muestre el rostro de la catolicidad de la Iglesia.
Que no tema los rayos que puedan caer sobre la cúpula del Vaticano, en medio de la oscuridad, que no afectarán a la cátedra de Pedro.
Que no tema a los pajarracos que, disfrazados de gaviotas, tratan de alcanzar la paloma del Espíritu, pensando que, al defender sus propios intereses, defienden a la Iglesia.
Sin duda alguna, este sueño se realizará porque creo que el Espíritu de Jesús guía y conduce a su Iglesia..
En el nº 2.839 de Vida Nueva.