Tres palabras, no más

papa Francisco con la bandera argentina tras el encuentro con los jóvenes argentinos en la

En la Catedral de San Sebastián, ante los argentinos, el Papa pidió “lío en las diócesis” (25-07-2013)

ABEL TORAÑO, jesuita He vuelto de la JMJ de Río de Janeiro con la sensación de haber vivido días inolvidables. Poco importa si el clima no ayudó, o si fue difícil moverse. Todo forma parte de la experiencia. Lo que permanece es el entusiasmo de unos jóvenes que, desde su enorme diversidad, sienten a Francisco como su papa.

Se le siente cerca. Todos quedamos con la sensación de que nos querría dar un abrazo entrañable a cada uno de nosotros, uno a uno. Jóvenes de mi grupo decían: “Es que tiene cara de bueno”. Y quizás es eso: todo empieza por la bondad.

Sus palabras son directas, dichas con energía y entusiasmo, en un lenguaje que todos podemos entender, con imágenes que se recuerdan fácilmente.

El Papa ha animado a todos los jóvenes a ser protagonistas, a “hacer lío”.
Con dos matices importantes: todo y ya. 

En la vigilia del sábado, nos invitó a entendernos y vivirnos como campus fidei: campo de la fe donde se siembra la buena semilla del Evangelio. Un campo para dejar que Dios siembre, un campo para entrenar y crecer, un campo para construir Iglesia y Reino juntos. Fueron tres palabras, no más que tres. No hace falta más.

Palabras que no son teoría, sino pregunta para que cada joven responda a Dios. Y ahí hay todo un mensaje: es posible encontrarse con Cristo cuando hacemos silencio y dejamos que el corazón dialogue con el mejor amigo. No ha habido momento de encuentro con Francisco en que no se nos haya invitado a hacer silencio. Impresiona ver a tres millones de personas en silencio, orando, dejando que nuestro Dios hable al corazón.

Corazón sí, intimismo no. El Papa ha animado a todos los jóvenes a ser protagonistas, a “hacer lío”. Con dos matices importantes: todo y ya. No debemos tener miedo a darnos del todo, no podemos entregarnos a medias.Y esto es para ya.

En resumen, el Papa nos animó a todos a ser “discípulos misioneros”: jóvenes alegres de seguir a Jesús y con una buena noticia que transmitir a nuestro mundo, comenzando por las periferias.

En el nº 2.860 de Vida Nueva

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