ALBERTO INIESTA | Obispo auxiliar emérito de Madrid
“Aunque confieso que lo echaré de menos, su decisión no solamente me parece ejemplar y admirable, sino también imitable…”.
De pronto, con absoluta sorpresa, los católicos hemos asistido a un acontecimiento desconocido en la Iglesia desde hace varios siglos: la dimisión de un papa. Ya Benedicto XVI lo daba como una hipótesis posible en su libro entrevista a Seewald, Luz del Mundo.
A mí me parece un gesto de una grandeza admirable, que viene a rubricar su vida, tan ejemplar en muchos aspectos, como la carismática conversión de un hombre de despacho en un hombre de masas; sus discursos sobre razón y fe, el ecumenismo cristiano o el diálogo religioso; su incansable presencia en acontecimientos agotadores, como la JMJ de Madrid o las visitas pastorales a tantos países del mundo entero; sus homilías o sus alocuciones de los miércoles; su profética valentía frente a los casos de curas pederastas, rompiendo el silencio timorato de algunos obispos; su ferviente fe y su humilde simpatía, etc., sin olvidar su obra sobre Jesús de Nazaret.
Por decirlo todo, no me gustaba lo que podríamos llamar su estética litúrgica, que parecía inclinada a recuperar elementos de antes del Concilio, aunque él era al mismo tiempo un experto en teología litúrgica.
Aunque confieso que lo echaré de menos, su decisión no solamente me parece ejemplar y admirable, sino también imitable, como ejemplo de que en la Iglesia los cargos son cargas que se asumen por obediencia al Espíritu Santo, por amor a la comunidad cristiana y a la sociedad humana. Y cuando ya no se sirve para servir, conviene dimitir, como ya vienen haciendo los obispos, presbíteros y diáconos, aunque no siempre se les pueda suplir por falta de repuesto.
Entretanto, todos los cristianos estaremos pidiendo fervorosamente por el nuevo Obispo de Roma al Espíritu Santo, el verdadero promotor de la Iglesia de Cristo, por aquel que siga presidiendo en la fe, en la caridad y en la esperanza, para gloria del Padre y servicio del hombre.
En el nº 2.838 de Vida Nueva.