Una hermosa historia de misericordia

Ginés García Beltrán, obispo de Guadix-BazaGINÉS GARCÍA BELTRÁN | Obispo de Guadix-Baza

El reconocido escritor austriaco, Stefan Zweig, en su obra Tiempo y mundo, nos trae una preciosa historia de misericordia que tiene a Friedrich Nietzsche como a uno de sus protagonistas, aunque la gran protagonista es su madre.

Nietzsche, que es el filósofo de la muerte de Dios y del nacimiento del superhombre, enseñó que el cristianismo era la religión de los débiles, la del Dios crucificado, y por ello la causa de que el hombre siempre viva en la postración. Este pensador alemán era hijo de un pastor luterano y una madre piadosa.

La historia, bien sencilla, está inspirada en las cartas que la madre escribía a un amigo, profesor de teología, y cuenta la demencia del filósofo y su abandono por todos, excepto por su madre. Ella va a recogerlo al hospital y logra convencer a los médicos para que le dejen llevar a su casa al hijo que, en razón de su pensamiento, se había alejado de la casa paterna.

Zweig describe a la madre con el hijo con estas palabras llenas de ternura: “Y ahora se ve, de vez en cuando, a una anciana guiar por las calles y dar prolongados paseos por la ciudad con el enfermo, que parece un oso grande y torpe”. Es el poder del amor y la misericordia: “Una –escribe la madre– debe tener paciencia y confiar en la gracia y misericordia de Dios, que no nos abandona”. Así “sigue cumpliendo con fidelidad su cotidiano servicio, le alimenta con bocadillos de jamón y le acaricia las mejillas”.

Es conmovedor ver al padre de la filosofía de la muerte de Dios y del hombre que todo lo puede (superhombre), uno de los hombres más poderosos del mundo contemporáneo en lo que al pensamiento se refiere, al final de su vida rendido en la patria de la misericordia.

En el nº 2.968 de Vida Nueva

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